China ha sorprendido al mundo por
su extraordinario crecimiento económico
de 10% en promedio anual y por su exitosa modernización y ningún experto
– chino o extranjero - duda de que continuará un camino de expansión en los próximos
30 años, hasta convertirse en un país súper rico y por qué no en una potencia
hegemónica. Se estima que la
economía China duplicará a la de Estados Unidos en este lapso de tiempo y su ingreso
per cápita también será al menos equivalente.
Este éxito económico sin
precedentes lo ha obtenido: resistiendo la tendencia neoliberal de privatizar
la infraestructura básica, evitando que la planificación económica y social sea
controlada por el sector
financiero, promoviendo un sistema
industrial mixto público/privado y logrando que las inversiones inmobiliarias se destinen principalmente a la acumulación
de capital y no ha ganancias financieras especulativas.
También parece haber consenso entre
los expertos en que este país debe realizar su propio experimento político y de
que el proceso de democratización con características chinas tampoco debe inclinarse
a las demandas de Occidente.
Esta perspectiva se desarrolla mientras gran parte del resto del mundo
está sumido en el estancamiento por cuenta de los excesos de la globalización
neoliberal. Tanto en Norteamérica como en la Eurozona, gran parte de las
ganancias corporativas se van en el pago de toda suerte de deudas y no en
nuevas inversiones de capital. En tanto China ha permanecido inmune a los
avatares del sobreendeudamiento y ha logrado construir una de las más modernas
infraestructuras del mundo y el más rápido crecimiento en los estándares de
vida, mientras posee las reservas más grandes mundiales y se convierte en el principal
prestamista de Estados Unidos.
El reto para China es resistir la
tendencia Occidental hacia globalización neoliberal. La independencia frente a las instituciones del
Consenso de Washington como el Banco Mundial, el FMI y la OMC requieren, no obstante, de la creación de unas instituciones
alternativas que promuevan un sistema
financiero, comercial y diplomático multipolar mundial, argumenta Michael Hudson. Argumento que es desarrollado por
varios académicos principalmente chinos en el libro China in the Next 30 Years,
del cual también es autor. La obra plantea como el Consenso de Pekín,
representa un modelo alternativo
de desarrollo, que a su vez contiene muchos “modelos chinos”.
La era de 1945-2010 ha llegado a
su límite y el mundo se está dividiendo en dos bloques: uno centrado en el
dólar que padece el peso de la crisis de la deuda y otro centrado en China, sus
vecinos asiáticos, Rusia, Brazil y Turquía, al cual se unen productores de petróleo desde Irán a
Venezuela. El futuro dependerá de
cómo el viejo orden se desintegra y el desarrollo de China dependerá no solo de
sus políticas internas también de los eventos y la diplomacia en el resto del
mundo. Estados Unidos no se encuentra más en la posición de dictar políticas o
normas unilaterales que le beneficien exclusivamente.
Tanto China como el mundo occidental tienen el gran reto de subordinar la dinámica financiera actual para
que sirva a la sociedad y no al contrario como ocurre en Occidente, donde los sectores financiero, de los seguros e
inmobiliario han subordinado y desplazado al sector real de la economía de
consumo y producción. China tiene que resistir este proceso de
financiarización de su economía,
asegura Michael Hudson.
El reto político
Los retos que enfrenta China son
económicos pero también políticos y vale la pena analizar un poco cómo el
Partido Comunista Chino, PCC, ha
mantenido su legitimidad, en una buena medida, gracias a la capacidad que han
demostrado tener sus líderes, de cambiar y adaptarse creativamente ante las
diversas situaciones que han tenido que enfrentar desde el lanzamiento de la
política de reforma y apertura económica en 1978, que pusieron un freno al
impulso socialista, acabando de un
tajo con el sistema de comunas para volver a introducir el sistema de mercado. El gobierno chino ha logrado mantener su papel hegemónico en la dirección del
país, dándole unidad, mientras que en otros países los partidos comunistas
fueron expulsados del gobierno y los países se fragmentaron.
Deng Xiaoping utilizó muchas
frases sencillas, extraídas de los
textos de los filósofos antiguos
chinos, con el fin de explicar los cambios de reforma política y
apertura a la población. Por
ejemplo, decía que “hay que cruzar
el río tanteando las piedras”, para indicar que el camino sería un proceso
abierto de aprendizaje por ensayo y error o “no importa que el gato sea gris o
blanco, lo importante es que cace ratones”, para darle un toque pragmático a
las reformas o “dejad que unos se hagan ricos primero”, para indicar que el
camino de acumulación capitalista y
modernización tendría sus costos o “con características chinas” para hacer
énfasis en que no estaban acogiendo los valores occidentales.
Pan Wei, Director del Centro
Estudios Chinos y Globales de la Universidad de Pekín, asegura que sistema
político chino tiene cuatro pilares:
1) Una democracia humanista que
coloca al pueblo primero como razón fundamental de la existencia del gobierno,
y, contrario a la democracia
occidental, que se caracteriza por
la prevalencia de grupos de interés en constante conflicto. Varios académicos
chinos argumentan que el PCC no representa a una sola clase o a unos intereses
específicos, sino a todo el país.
2) El principio de la
meritocracia que se practica en todos los niveles de gobierno para seleccionar
a los funcionarios públicos.
3) El pilar de un grupo dirigente
unificado, que controla los órganos centrales del poder del Estado. El PCC no
se base en un poder parlamentario, ni representa intereses de un cierto grupo y
considera que en China predominan los intereses sociales unificados y no de
otra manera hubieran logrado unificar al pueblo chino en torno a la meta de la
modernización. El poder visible del gobierno contrarresta el poder de la mano
invisible del mercado.
4) El pilar de restringir el
poder mediante la división del trabajo. En lugar de la separación de los
poderes públicos y de un sistema de frenos y contrapesos característicos de
Occidente, China utiliza la división del trabajo para restringir el poder y
prevenir y corregir los errores del gobierno.
Pero, ¿cuál es la relación entre
democracia y modernización en una sociedad como la china? Muchos creen que el gran avance
económico se ha logrado a costa de sacrificar la democracia.
El camarada Mao Zedong decía que
la política siempre estaba al mando de la economía y Deng Xiaoping también
entendió que sin la reforma política las reformas económicas de apertura no se
consolidarían. Por ello propuso emancipar la mente mediante la construcción
de un gobierno orientado hacia la
gente, con reformas tales como el cambio de un partido político revolucionario a un
partido de gobierno, la separación de las funciones de partido de las funciones
de gobierno y la subordinación de las funciones del partido a un sistema legal.
Una sociedad civil independiente
empieza a surgir y a tomar parte del proceso de decisiones. Un estado de derecho
empieza a prevalecer, y el gobierno ha establecido elecciones directas para
participar en la designación de los funcionarios que van a dirigir la
autogestión en las aldeas y para
que los cantones, condados y distritos urbanos puedan elegir sus representantes
ante los congresos populares locales y comisiones locales de los Comités
Permanentes de los Congresos Populares Provinciales, CPCPP.
Los Derechos Humanos son protegidos por la Constitución. El PCC
aboga por cuatro tipos de democracia: elecciones democráticas, decisiones
democráticas, gerencia democrática y supervisión democrática. Aboga también por
una democracia deliberativa donde hay consultas multipartidistas y cooperación
lideradas por el PCC.
Ideológicamente, conviven la ideología marxista con otras ideologías e
incluido el confucianismo. Los
militares permanecen bajo control civil.
Si bien China no es una
democracia abierta al estilo occidental, muchas de las reformas económicas más
exitosas han salido de la experiencia local y no de Pekín. La reforma económica se ensayó primero en las
provincias costeras y luego se fue replicando en el resto del país.
Los diputados de la Asamblea
Nacional Popular, ANP, pueden, al
mismo tiempo tener cargos en el gobierno y en el poder ejecutivo: no hay
división de poderes al estilo occidental. La
Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, CCPPC, es la institución por excelencia donde
se realiza la cooperación multipartidista y la consulta política en China. Con
la revolución cultural fue cerrada pero en 1978 con la apertura fue reabierta.
El CCPPC se reúne una vez al año para votar y presentar proyectos a la ANP para
que sean estudiados en las reuniones del Comité Permanente durante el año en
curso.
China ha aprendido de los modelos
de otras naciones en su proceso de apertura y ha mantenido la habilidad de
aprender haciendo y de ir adaptándose constantemente. La competencia y el
debate son, según muchos académicos, lo que mejor caracteriza el desarrollo
político chino. La forma en que las legislaturas locales han venido ejerciendo
sus derechos constitucionales para ir cambiando las prácticas que todavía
existen de control por parte del PCC, constituyen verdaderos laboratorios de ejercicio político. Las ONGs, los
medios de comunicación y los cuerpos legislativos vienen logrando una mayor
incidencia en la supervisión y la
determinación de las
agendas gubernamentales y las leyes.
La cualidad del gobierno
chino de escuchar las opiniones de
otros, es lo que ha permitido, en una buena medida, que el PCC se mantenga en
el poder. Los líderes máximos no
son elegidos popularmente – el Presidente y el Primer Ministro son elegidos por
una votación interna del PCC – de acuerdo con méritos y trayectorias comprobados y la deliberación tiene
lugar bajo un partido que domina, y el Estado juega un rol significativo en el
desarrollo de las instituciones deliberativas. No obstante, la deliberación en
cuanto a argumentos y razones es tomada en cuenta en las decisiones para resolver los problemas
colectivos. La polarización se evita porque la armonía social y el logro de
consensos constituyen un objetivo
de la sociedad en su conjunto.
China se ha proyectado como un
poder blando en el mundo. China quiere un ambiente externo pacífico para poder
concentrase en su desarrollo interno, no obstante se opondrá a cual quier país
o grupo de países que se opongan a su emergencia. China no permite, por
ejemplo, las actividades de ONG que tengan, directa o veladamente, una agenda política encaminada a producir un cambio de régimen en China. Este país quiere
trabajar dentro del marco del sistema internacional pero aspira que las mismas
reglas se apliquen tanto a ella como a los demás países. China es una potencia en ascenso. Muchos países se han
beneficiado de ello, pero sigue siendo un país en desarrollo y ello lo dice su
relativamente bajo ingreso per cápita.
Al lado del colosal
crecimiento económico, China también padece una serie de problemas y dislocaciones
sociales tales como el deterioro ambiental, la aparición de relaciones
clientelistas entre empresas y gobierno –abriendo la puerta a la corrupción-
creciente disparidad del ingreso, la utilización de tierras arables para el
proceso urbanizador y de construcción de infraestructura, el despojo de tierras
para proyectos inmobiliarios y de desarrollo etc., todo lo cual ha obligado al
PCC ha tomar medidas para reforzar el soporte institucional, moral y cultural
del desarrollo, que ha de servir de soporte al sistema de mercado. No obstante,
ante la presente crisis de ingobernabilidad que caracteriza a las democracias hoy día, es recomendable prestar atención a la actitud del gobierno
chino de aprender tanto de las culturas y sistemas políticos extranjeros como
de sus propios errores, a fin de cuentas la evidencia y los hechos son el
criterio último de la verdad.