Historias de la realidad o la realidad de las historias

jueves, 4 de junio de 2020

Los bancos en la globalización






Un recuento de lo que solían ser los bancos y lo que son ahora nos permitirá entender por qué con la globalización neoliberal dejaron de cumplir una función social primordial para el desarrollo de toda sociedad como es el crédito para dedicarse a la especulación financiera, un asunto que parece de ciencia ficción. 

 

Del banco tradicional a la titularización[1]

 

El banco tradicional tenía por función prestar dinero de otros, dinero que la gente le confiaba para que la salvaguardara, no para que la invirtiera. Prestaba  dinero de sus clientes  sobre la base de que el depositante podía  retirarla cuando lo deseara. Normalmente el banquero no es consciente de que cuando hace un préstamo, creando un nuevo depósito para otro cliente, está prestando el dinero del depositante. Lo cierto es que al hacerlo está incrementando la suma de dinero en el sistema bancario y está devengando una utilidad. En realidad el banco presta el dinero del gobierno, porque los gobiernos son la fuente del dinero. Cuando el banco presta crea nuevo dinero, que normalmente el Gobierno tiene que reconocer y respaldar. [2]

 

El banquero que hacía negocios con el dinero de otros, debía tener una reputación intachable pues la banca era un asunto basado en la confianza y conllevaba un altísimo interés público: los negocios y empresas de una comunidad dependían de ella para su desarrollo y prosperidad. Se consideraba que los bancos obtenían una utilidad por calcular y tomar riesgos, pero en la realidad la banca era segura y estable, la mayor parte del tiempo,  porque los bancos podían contar con ingresos  por la  información  privilegiada que tenían y por eso funcionaban bien como intermediarios entre los que tenían dinero para prestar y los que tenían que pedirlo prestado. Los bancos no hacían préstamos riesgosos y la diferencia entre el costo de sus fondos y las tasas de interés que podían cobrar a sus prestatarios era relativamente estable, dejándole al banco una ganancia satisfactoria y razonable. Se esperaba que los bancos sirvieran  a las necesidades de sus comunidades antes de mirar a otros lugares en busca de negocios lucrativos y los banqueros trabajaban en horario de oficina. Pero fue el mismo Gobierno, comenzando por el estadounidense,  quien alentó una industria para que creciera perdiendo su función social tradicional.

 

Los bancos cambiaron su función principal de otorgar créditos y  se metieron también en el negocio de la titularización y  los servicios financieros, es decir en el mercado de valores. La gran invensión del capitalismo fue la creación de títulos o derechos sobre dinero – cuentas bancarias, bonos y acciones que pueden ser redimidos con facilidad.  Estos títulos reemplazan el dinero como depósitos de valor, siempre y cuando puedan ser cobrados con facilidad. Cuando no es así la gente guarda sus ahorros debajo del colchón.

 

Los bancos entonces empezaron a hacer primero los  préstamos para luego salir a conseguir el dinero. La fuente de sus fondos dejó de ser la aglomeración de depósitos. Los bancos empezaron a consiguir  el dinero donde pudieran  para usarlo en cualquier cosa que parezca lucrativa a luz de la ley; diseñan ‘productos’ para la venta a personas y empresas como medio para recaudar fondos y otros ‘productos’  como medio para utilizar fondos. Ello significa que están en abierta competencia con todas las demás instituciones financieras – compañías de seguros, corredores de bolsa, creadores y empacadores de hipotecas, servicios de pago electrónicos.

 

Esta combinación de banca comercial y de inversión se  tornó tan arriesgada y especulativa que  se consideró ampliamente como la culpable de la Gran Depresión de 1929 cuando el pánico a perder los ahorros produjo una retirada masiva de depósitos de los bancos, lo que llevó numerosas entidades a la quiebra.

 

Hay tres razones generales por las cuales las instituciones financieras y los mercados deben ser regulados: primero, para impedir que las disrrupciones en los mercados financieros generen riesgos sistémicos más graves; segundo,  para proteger a los consumidores de cobros exagerados por los servicios financieros y tercero, para desarrollar objetivos sociales más amplios y uno cuarto podría ser para proteger a los banqueros de sí mismos, según Martin  Mayers.   Esta cuarta función es como un admonición de lo que sucedería como resultado de la ingeniería financiera, la titularización y los incentivos perversos creados.

 

Como consecuencia del Crack de 1929, en Estados Unidos se aprobó la Ley Glass-Steagall en 1933 que separó los bancos comerciales, que prestan dinero,  de los bancos de inversión, que organizan la venta de acciones y bonos para: 1) evitar los conflictos de intereses que surgen inevitablemente cuando el mismo banco emite acciones y presta dinero; 2) garantizar que aquellos a los que la gente del común había confiado su dinero en los bancos comerciales no asumieran el mismo tipo de riesgos que los bancos de inversión, cuyo principal objetivo es maximizar el retorno de capital.  Esta Ley contribuyó a ganar estabilidad en los mercados, al menos por algún tiempo. Franklin D. Roosevelt, quien instituyó esta Ley como parte del New Deal, decía que prefería  rescatar a los que producen alimentos que a los que producen miseria. Al período socioeconómico transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta la crisis del petróleo de 1973, se le conoció como la Edad de Oro del Capitalismo.

 

Otro hito en la historia de los bancos y las finanzas, fue la decisión que tomó la Reserva Federal estadounidense de liberar a los bancos de la obligación de respaldar sus monedas con oro. En 1971, durante el gobierno de Nixon, las monedas competían o flotaban  unas con otras; el oro desapareció del panorama monetario. Dado que se considera al dólar como la divisa de reserva, las cantidades de dólares que se guardan en el exterior son una considerable fuente de ingresos para el Tesoro estadounidense, a través de los beneficios de monetización (seignorage).

 

Fuertemente criticada desde mediados de los años 70, la Ley Glass-Steagall fue derogada el 12 de noviembre de 1999 por la Financial Services Modernization Act, más conocida como Ley Gramm-Leach-Bliley. La Ley representó un éxito largamente buscado por los megabancos. Esta decisión fue nuevamente considerada como la causante de otra gran crisis financiera, la de 2008. Cuando la revocación unió los bancos de inversión y los bancos comerciales, la cultura de la banca de inversión se volvió a imponer. Sus consecuencias fueron el regreso a un alto grado de apalancamiento y riesgo y un sistema bancario menos competitivo y más concentrado dominado por bancos cada vez más grandes.

 

La complejidad financiera actual: derivados y  swaps

 

Amadeo Moreno Torre dice en su artículo Los Desafíos de la Globalización Financiera y La Intervención Del Estado, 2007 que:

Los derivados son el instrumento financiero, que mejor se identifica con el proceso de globalización financiera, su ritmo de crecimiento y de innovación, no ha dejado de acelerarse, apostándose sobre todos los activos financieros existentes, que puedan verse afectados por la evolución de los tipos de interés, tipos de cambio y evolución bursátil, sobre los que se realizan operaciones de futuro, opciones o recompras, en mercados de grandes volúmenes, escasa transparencia y altamente desregulados. La opacidad de estos mercados radica en primer lugar en que la alta complejidad pone en duda la capacidad de administrar los riesgos involucrados, en segundo lugar, la alta concentración de este tipo de transacciones en los bancos internacionales mas grandes, dificultan el acceso a la información, en tercer lugar dada la mayor debilidad en las regulaciones de estos mercados, los riesgos legales son imprevisibles.

 

 En efecto, derivado es un instrumento financiero que ‘deriva’ su valor del cambio en el precio de otro activo. Una apuesta por  que el precio aumente diez dólares el lunes que viene es un derivado. Se suponían que junto con  los swaps o permutas debían contribuir a aminorar el riesgo pero resultaron ser un arma de doble filo, pues no tenían ningún tipo de regulación. Todos los contratos de opciones, contratos a plazos y a futuros son derivados. Un derivado es una apuesta, no una inversión  - una apuesta sobre la dirección, la dimensión, duración y velocidad de cambio en el valor de otro instrumento financiero -. Y como cualquier apuesta, su valor está realmente en función de la capacidad crediticia de quien lo suscribió. Pero más importante que definir los derivados, es saber por qué son un peligro: principalmente porque pueden ser usados para apalancar el riesgo, el riesgo cambiario, de tasas de interés, accionario, sin colocar mucho dinero y generalmente es un juego de suma-cero.

 

Así como  "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo", con la globalización, el llamado riesgo sistémico y el contagio financiero, se expresan en que el cambio de un precio en un mercado se expande de tal manera que su efecto se siente en varios países y mercados. La volatilidad de los mercados financieros hace casi imposible que los gobiernos puedan tomar decisiones efectivas primordialmente por la gran incertidumbre y el gran riesgo sistémico. Estos pierden autonomía  y capacidad afectando la formulación y aplicación de sus políticas macroeconómicas.

 

Stligtz dice en su libro Caída Libre: el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial, que “los banqueros, en su mayoría, no son por naturaleza más codiciosos que la otra gente. Lo que pasa es que tienen  más oportunidades y mayores incentivos para causar estragos a costa de los demás”. Estos incentivos están distorsionados y desaliniados con los objetivos sociales. Un ejemplo importante es la manera como se paga a muchos ejecutivos mediante bonus o stock options[3], que se calculan en función de los ingresos generados. A los ejecutivos a los que se les pagaba con stock options tenían un incentivo  para hacer todo lo posible  a fin de que el precio de las acciones de su empresa subiera, incluida la contabilidad creativa. Y los bancos de inversión emitieron tantos productos complejos basados en las hipotecas tóxicas como pudieron, simplemente porque para eso les pagaban, sin tener en cuenta si esas hipotecas podían ser pagadas.

 

La crisis financiera de 2008 demostró que la autoregulación, que propugnaba la industria financiera, secundada por Greenspan, era un contrasentido y no funciona: los bancos fracasaron a la hora de evaluar sus riesgos y de hecho asumieron riesgos  tan desmesurados que pusieron en riesgo su propia existencia. Pero incluso, si un determinado banco estaba gestionanado bien sus riesgos, el riesgo sistémico seguía siendo el mismo. En esa ocasión, como sostiene J. Stigliz: “todos los bancos apostaron porque no había burbuja inmobiliaria, porque los precios del sector inmobiliario no caerían. También apostaron porque los tipos de interés no subirían y que, si subían, los que habían pedido los créditos seguirían siendo capaces de devolverlos. Eran apuestas sin ningún fundamento…” Y no era un problema de falta de información sino de falta de transparencia ligada al engaño.

 

Dice  Stiglitz, quien estudió muy cuidadosamente la crisis finaciera del 2008:

 

Los bancos estadounidenses estaban activamente dedicados a engañar: quitaban el riesgo de las cuentas de resultados para que nadie pudiera valorarlo. La magnitud del engaño que se consiguió es alucinante: Lehman Brothers pudo declarar que tenía  una red que valía 26.000 millones de dólares poco antes de desaparecer, cuando tenía un agujero en su cuenta de resultados de casi doscientos mil millones. (…) La realidad de esta crisis concreta es mucho más sencilla: se dieron hipotecas malas, sobre la base de una burbuja, a gente que no podía devolverlas. Los precios del mercado son imperfectos, pero en gran medida aún representan la mejor información de la que se puede disponer para conocer el valor de los activos. (…) La pura complejidad tuvo un papel tan importante en esta crisis como la falta de transparencia. Los mercados financieros habían creado unos productos tan complejos que aún conociendo todos los detalles nadie entendía del todo las implicaciones que tenían en cuanto al riesgo. (…) La valoración de los productos complejos no la hacían los mercados. La hacían unos modelos por ordenador que, por muy complejos que fueran, no podían incluir todas las informaciones relevantes.

[4]

 

Después de la caída de Lehman Brothers, de la nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac, (empresas inmobiliarias) y del rescate del American International Group,  AIG, Bush se apresuró a apoyar a los bancos con un rescate masivo de 700.000 millones de dólares mientras ignoraba a los millones de hogares cuyas hipotecas iban a ejecutarse.

 

El Nobel de  economía ha puesto al descubierto en sus libros como  un sistema financiero global inestable que resulta en crisis recurrentes, donde los países pobres se encuentran, una y otra vez, agobiados por una deuda insostenible y sobre otras anomalías de la globalización como el hecho de que el dinero que debería fluir de los países ricos a los países pobres, lo ha estado haciendo en dirección contraria, en los últimos años. Mientras que los ricos están en mejores condiciones de afrontar los riesgos de las fluctuaciones de la moneda y las tasas de interés, los pobres son los que soportan el impacto de esta volatilidad.

 

La creación de la La Oficina de Protección Financiera del Consumidor ( CFPB ) es una agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la protección del consumidor en el sector financiero fue autorizada por la Ley Dodd-Frank de Reforma de Wall Street y Protección al Consumidor, cuya aprobación en 2010 fue una respuesta legislativa a la crisis financiera de 2007-08 y la Gran Recesión posterior. La senadora Democráta, Elizabeth Warren, quien fuera marginalizada y arrinconada durante la campaña Demócrata a la Presidencia por los sectores más conservadores, tenía como uno de sus puntos de campaña el restablecimiento del Glass-Steagall Act, para poner freno nuevamente al sector financiero.

 

Las consecuencias de la globalización financiera para un país como Colombia

 

El atraso de Colombia también se refleja en que no tiene un mercado de capitales muy grande, profundo, dicen los economistas, y en que hay una relativamente baja bancarización. No obstante, el sector financiero es de lejos el sector  que más crece (así la economía productiva no lo haga),  el que más gana[5], el que menos impuestos paga y todo ese poder está concentrado en tres grupos económicos[6] y en trece  conglomerados financieros[7]

 

Jairo Orlando Villabona, profesor asociado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, concluye un estudio sobre los bancos colombianos en 2010 , diciendo:

“Las altas tarifas cobradas por productos y servicios, la alta tasa de intermediación financiera[8] comparada con países desarrollados, y las abultadas utilidades de los establecimientos de crédito son expresión de que algo grave está sucediendo en la economía del país”.

 

Según Aurelio Suárez en un artículo publicado el  14 de mayo de 2020 por  RedDemos: 

 

El Grupo Aval Acciones y Valores S.A. es el grupo económico más poderoso de Colombia. Con una fortuna de 12 mil millones de dólares, su cabeza, Luis Carlos Sarmiento Angulo, ocupa el puesto 123 entre los más ricos del mundo, según la lista Forbes de este año.

 

Según un Estudio de Asobancaria de 2016, sobre la competencia y la eficiencia en la banca colombiana:  la concentración de la industria bancaria ha aumentado en Colombia en los últimos 14 años y de manera significativa a partir del año 2005 y hasta el 2007 debido principalmente a un importante proceso de fusiones y adquisiciones (integraciones) que se vivió durante esos años.

 

En 2019, un informe de la OCDE, con motivo del ingreso de Colombia a esa organización,  confirma también la creciente participación de la banca extranjera en el país. Los inversionistas internacionales aprovecharon las oportunidades de negocio en Colombia y prueba de ello es la presencia en el territorio nacional de conglomerados financieros internacionales muy importantes como el BBVA, Itaú, BNP Paribas, Scotiabank, entre otros.

 

Otra de las consecuencias de la globalización financiera ha sido la desaparición de los bancos de fomento como lo fue la Caja Agraria para el sector agropecuario, hasta su liquidación en el 2000. Las consecuencias han sido funestas para un sector que no prospera al menos que tenga crédito barato, suficiente y oportuno. En los países desarrollados el sector agropecuario es un sector estratégico y por tanto subsidiado y protegido.

 

La reciente Audiencia Pública sobre crédito agropecuario en el Congreso, evidenció cómo ningún banco en Colombia, ni siquiera el Banco Agrario, está prestando como debiera a un sector tan vulnerable y tan duramente golpeado por las importaciones de alimentos, los avatares del clima, la volatilidad de los precios internacionales, la falta de apoyo institucional  y ahora por la pandemia de la Covid-19. Nadie quiere prestarle a un sector, abocado a la desaparición, por cuenta de una decisión política tomada en Colombia en los noventas: la globalización neoliberal.

 

Ahora en medio de la pandemia del coranavirus, la más global  e incierta que ha tenido la humanidad, el Gobierno Nacional en cabeza de su Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla (al cual Daniel Coronell llamó plutócrata por sus ejecutorias),  


decide crearle más oportunidades de ganancias a los bancos.  Así lo denunció el Senador Robledo del Polo Democrático:

 

El Gobierno emitió los decretos 562 y 572 de 2020, los cuales aprobaron la emisión de deuda pública por parte del Ministerio de Hacienda por $9,4 billones de pesos. Los decretos especifican que los llamados Títulos de Solidaridad[9] serán comprados de manera obligatoria por los bancos privados, con los recursos liberados de encaje bancario, es decir, el ahorro de las cuentas de la gente.

 

Mauricio Cabrera, en su columna del 19 de Abril para Portafolio, explica también el exabrupto:            

 

El colmo de esta visión maniquea es la última medida tomada por el Banco de la República  y el Gobierno. El BR bajó el encaje de los depósitos bancarios y liberó a los bancos $9,4 billones que estaban congelados. Después el Gobierno expidió el decreto 562 que impuso una inversión forzosa a los bancos obligándolos a comprarle unos Títulos de Solidaridad (TDS) por $9,4 billones, con los que va a financiar el aumento del gasto público necesario para enfrentar la pandemia.

 

Es una vuelta innecesaria porque el BR podía comprar directamente los TDS con la aprobación unánime de su Junta Directiva. Con un agravante que es el costo fiscal y la ganancia para los bancos. Como los TDS pagan un interés (que puede ser como el 6% anual), el gobierno va a pagar unos $500.000 millones anuales, que son utilidades nuevas para los bancos, porque los depósitos de encaje no tenían remuneración.

 

Si fuera el BR el que comprara los TDS, el Gobierno podría pagar los mismos intereses, pero ahora serían utilidades del BR que se trasladan como dividendos a la Nación, de manera que el costo fiscal neto sería cero. En esta época de crisis la emisión debería servir para ayudar a las finanzas públicas.

Un análisis reciente de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo muestra cómo las deudas sostenidas podrían plantear un problema mayor para la economía global y el sistema financiero. En 2018, la deuda total (privada, pública, interna y externa) en los países en desarrollo fue casi el doble de su PIB combinado, la más alta que jamás haya sido. Con la Covid- 19, crecerán las montañas de deuda tanto del sector público como privado y de los hogares por cuenta de la parálisis económica ¿Qué harán  entonces los bancos globalizados y dedicados a la especulación financiera? ¿Cómo se comportará la banca multilateral que ha promovido la globalización financiera y los créditos condicionados? ¿Cuál será el papel de los bancos centrales o emisores cuando se necesita más liquidez? ¿Habrá moratoria de la deuda, como en crisis pasadas? ¿Habrá condonación de deudas? Todas son preguntas cuyas respuestas serán la clave para la futura reactivación de las economías.

 

 

 



[1] Titularización es el agrupamiento o empaquetamiento de activos financieros para ser transformados en títulos valores y vendidos o adquiridos por inversionistas.

 

[2] El dinero es a la vez un medio de intercambio, una unidad contable y un depósito de valor. Sin dinero, la división del trabajo en gran escala hubiera sido imposible y por tanto el surgimiento de la economía moderna. Ni los mercados ni el dinero podrían existir excepto en un contexto legal creado y mantenido por el Gobierno. El poder de emitir dinero, sea mediante metales preciosos o como papel moneda, es indefectiblemente una fuente de ganancias denominada señoreaje.

[3]  En teoría, las stock options son un complemento retributivo a directivos que les da derecho a comprar acciones de la compañía a un precio de ejercicio o strike durante un periodo limitado de tiempo en cantidades enunciadas en el contrato de opciones. El objetivo es que los trabajadores contribuyan a la mejora de los resultados de la empresa. Al aumentar el valor de la empresa, la cotización responderá paralelamente y les permitirá enriquecerse junto a la compañía.

[4] Véase Joseph Stiglitz Caída libre: del libre mercado al hundimiento de la economía mundial, mayo de 2010, Colombia, capítulo 6, “la avaricia rompe el saco”. 

 

[5] En 2019 Las utilidades de las entidades financieras alcanzaron más de $21,5 billones, encabezadas por los bancos que ganaron más de $11 billones.

 

[6] Hoy el sistema financiero colombiano está altamente concentrado en 3 actores locales vinculados a los grandes grupos económicos del país (Bancolombia (Grupo Empresarial Antioqueño), AVAL (Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo) y Davivienda (Grupo Bolívar).

 

[7] Se conoce como conglomerado financiero a aquellos grupos de entidades cuyas actividades cubren a la vez los servicios ofrecidos por los bancos, las compañías de seguros y las sociedades de inversión, o al menos dos de las anteriormente nombradas. La Superintendencia Financiera certificó la existencia de 13 conglomerados en 2012, cuando el FMI y el Banco Mundial le recomendaron al país supervisar a sus entidades financieras bajo la figura de conglomerados.

 

[8] El margen de intermediación bancario es la diferencia entre la tasa que pagan los bancos por el dinero del público (cuentas de ahorro y CDT) y la que estos cobran cuando les prestan dinero a las personas, a través de las distintas líneas de crédito, esta oscila alrededor del 7%. Lo que sitúa a Colombia en la casilla 13 entre 20 países latinoamericanos, según el más reciente ‘Informe de Desarrollo Financiero Global 2017-2018’, elaborado por el Banco Mundial. Los márgenes de intermediación bajos están asociados a economías desarrolladas como Japón, Reino Unido,  Suiza.

[9] Los Títulos de Solidaridad -TDS- son títulos de deuda pública de la Nación, denominados en pesos, libremente negociables, con plazo de un año, prorrogable de manera total o parcial, de manera automática, por periodos iguales a solicitud del Ministerio de Hacienda y Crédito Público -Dirección General de Crédito Público y Tesoro Nacional- hasta el año 2029.

 

lunes, 11 de mayo de 2020

La globalización y el sector agropecuario colombiano





Colombia un país atrasado y dependiente

 

Tras siete años de negociaciones, el país entró formalmente a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, también conocida como el ‘club de las buenas prácticas’, lo cual compromete a Colombia a implementar políticas y reformas públicas bajo los estándares de las grandes economías[1], cuando el país está muy lejos de serlo y esto lo podemos comprobar al examinar la estructura de las exportaciones de Estados Unidos y Colombia.  En tanto que Estados Unidos es hoy el principal productor de petróleo del mundo (éste sólo representa el 6% de sus exportaciones totales), Colombia es un país petróleo-dependiente: el petróleo representa el 10% del PIB y casi el 70% de sus exportaciones. En la Tabla 1 podemos ver como, mientras EEUU exporta principalmente bienes de capital (32,44%) - que son los más importantes para el desarrollo industrial-, más de la mitad de las exportaciones colombianas son materias primas (58,79%), petróleo y productos agrícolas, que dependen de la gran variabilidad de los precios internacionales.  

 

 

 Tabla 1 Participación de las exportaciones por áreas de Colombia y Estados Unidos Año 2018

 

Estados Unidos

Colombia

Materias primas (bienes primarios de origen vegetal, animal y mineral que son insumos para la producción)

11,41%

58,79%

Bienes intermedios (se utilizan en la fabricación de otros bienes)

19,46%

16,70%

Bienes de Consumo (mercancías listas para consumir)

25,91%

21,85%

Bienes de capital (Tales como maquinaria, accesorios de máquinas, equipos y circuitos electrónicos para hacer máquinas)

32,44%

2,63%

Fuente: World Integrated Trade Solution consulta por Internet

 

 

La estructura productiva del país ha estado signada históricamente por la relación de dependencia que tiene el país de la potencia del norte. Y esto es particularmente significativo para el sector agrícola. Colombia desde hace décadas dejó de cultivar trigo, uno de los cereales más estratégicos para nuestra alimentación,  y los demás cereales como avena, cebada, centeno, maíz, ajonjolí  los ha dejado de cultivar paulatinamente,  así como muchos granos o leguminosas como lenteja, garbanzo y frijol. Desde que los gobiernos sometieron a la nación a los designios del libre mercado, primero con  la ‘Apertura Económica’ de Gaviria de comienzos de los noventa, quien unilateralmente abrió nuestro mercado interno a la competencia internacional. Luego con la firma del Tratado de Promoción Comercial entre Estados Unidos y Colombia en 2012, más conocido como TLC, se consolidó una estructura agraria donde subsiste una economía campesina, principalmente de subsistencia,  y una economía agraria empresarial, de unos cuantos productos tropicales permanentes, algunos de ellos bienes primarios o commodities,  como se analizará más adelante en detalle.

 

Subutilización del potencial agrícola: sólo se cultivan 7,1 millones de Has de 43 millones de Has cultivables

 

Colombia tiene todas las tierras necesarias para ser una potencia agrícola pero no las cultiva en todo su potencial. Esto lo corroboramos al analizar el  uso del suelo en Colombia

 

Según el último Censo Nacional Agropecuario de 2014:

 

Uso agropecuario 43 millones de hectáreas (el 80% corresponde a pastos y rastrojos o sea 34,4 millones de Has); el 19,7% a tierras con uso agrícola o sea 8.5 millones de Has, de las cuales 83,9%, (7,1 millones de Has corresponde a cultivos); el 13.6% se destina para áreas de descanso (1,2 millones de Has) y el 2,5% para áreas de barbecho (0,2 millones de Has). 

 

 El uso del suelo de las unidades de producción agropecuaria, según el Censo Nacional Agropecuario de 2014:

 

El 34,5 % de las Unidades de Producción Agropecuaria (817.714) destina el suelo principalmente para uso agrícola y ocupa el 18,9% del área rural dispersa censada; mientras que el 56,6 % de las UPA (1.341.247) usa el suelo primordialmente para fines pecuarios, con un porcentaje equivalente al 27,7 % del área rural dispersa censada; en menor proporción, el 8,9% restante de las UPA (211.138) declara cobertura en bosques naturales y ocupa el 53,4% del área rural dispersa censada.

En cuanto a la ganadería: 

El inventario bovino del territorio nacional para el año 2014 fue de 21.502.811 cabezas. De este total, el 35,8% del inventario bovino en el área rural dispersa censada se encuentra en los departamentos de Antioquia, Córdoba, Casanare y Meta, es decir, 7.692.857 cabezas de ganado. Mientras que en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, Amazonas, Vaupés y Guainía solo representan 7.882 (0,04 %) cabezas de ganado.

Datos del año 2016 nos muestran como la mayoría de las fincas ganaderas tienen de 1 a  50 hectáreas, en tanto que las fincas con más de 500 hectáreas, son menos numerosas.

Tabla 2 Número de fincas por tamaño de predio de los departamentos más ganaderos de Colombia  2016

 

1 a 50 Has

501 o más hectáreas

Total fincas

Total bovinos

Córdoba

19.403

663

26.721

1.942.770

Antioquia

47.168

577

58.419

2.632.125

Casanare

7.341

727

13.531

1.845.226

Caquetá

6.032

229

13.263

1.340.049

Santander

31.356

262

37.000

1.412.313

Meta

7.120

581

13.740

1.660.147

Cundinamarca

51.782

78

54.552

1.256.535

Fuente: Fedegán Inventario Ganadero julio de 2017

 

 

El Censo Nacional Agropecuario 2014 concluye que la distribución de la tierra es altamente desigual.

 

En el país ascienden las unidades de producción del área rural dispersa a 2.913.163 de las cuales 2.370.099 (81,4 %) corresponden a Unidades de Producción Agropecuaria (UPA), y 543.064 (18,6%) a Unidades de Producción No Agropecuaria (UPNA).


La clasificación por tamaño de las Unidades de Producción Agropecuaria muestra que el 70,4% de las UPA (1.669.287 unidades) tiene menos de 5 hectáreas y ocupa el 2,0% (2.160.347 ha) del área rural dispersa censada; mientras que el 0,2% de las UPA tiene 1.000 hectáreas o más y ocupa el 73,8% del área rural dispersa censada. Véase tabla 3. 

 

Tabla 3  Unidades Productivas Agropecuarias y área total por tamaño 

Tamaño de la Unidad Censada

Número UPA

Área total en hectáreas

Menores de 5 Has

1.669.287

2.160.347

5 a menos de 10 Has

253.349

1.801.601

10 a menos de 50 Has

328.152

7.156.965

50 amenos de 100 Has

60.394

4.217.217

100 a menos de 500 Has

47.627

9.429.675

500 a menos de 1.000 Has

5.448

3.794.994

De 1.000 y más Has

5.842

80.432.535

Total

2.370.099

108.993.335

 Fuente: Censo Nacional Agropecuario 2014                                                                                          Minagricultura página 68  

 

En Colombia, a pesar de la persistencia del contexto adverso e inequitativo en el que se desarrollan la agricultura familiar y la economía campesina, éstas responden por cerca de la mitad de la producción alimentaria del país, 80% de la cafetera y alrededor del 25% de la pecuaria.

 

Fuente: Estudio de la FAO, Bogotá  2017: Concentración y Extranjerización de Tierras Productivas en Colombia  


Principales hallazgos

 

Varios autores han señalado la persistencia histórica y estructural de la concentración en Colombia y han documentado como a lo largo de los años se ha mantenido la estructura de la propiedad y la tenencia desigual de la tierra, en el contexto de un problema agrario no resuelto.

 

Según el Estudio de la FAO titulado Concentración y Extranjerización de Tierras Productivas en Colombia 

 

“A finales del siglo XX, para 1996 el 45% de las tierras del país estaban en manos del 0,4% de los propietarios, mientras el 4,3% de la superficie de la tierra correspondía al 70% de los propietarios. Para el año 2002 cerca del 68 % de los propietarios de predios menores a 5 hectáreas contaban con el 4% de las tierras del país, mientras el 0,4% de los propietarios con el 46% de las tierras”.  (Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi).

 

La concentración de la tierra en Colombia se vincula al ejercicio de la violencia y el control territorial de grupos armados y el desarraigo general que caracteriza a la historia de conflicto social y armado del país. Este conflicto se vio potenciado a finales del siglo XX por la incorporación de dineros del narcotráfico y la alianza de sectores políticos con los paramilitares, que desplegaron mecanismos de control territorial, generando desplazamientos forzados y el repoblamiento de grandes extensiones de tierras.

 

En la primera década del siglo XXI, en medio del recrudecimiento del conflicto se incrementó la concentración en las regiones; particularmente en el 56% de los municipios del país (Instituto Geográfico Agustín Codazzi). Las tendencias en las transformaciones productivas han mostrado un tránsito del atesoramiento de las tierras ganaderas hacia el uso de las tierras en cultivos promisorios (palma, cacao, caña, caucho y plantaciones forestales). En la última década, las disputas por el uso y concentración de tierras han sido generadas por la minería y la agroindustria. Algunos proyectos agroindustriales han sido emprendidos específicamente sobre zonas que fueron controladas territorialmente por el paramilitarismo, que se superponen con áreas de protección ambiental y con los derechos territoriales de distintas comunidades rurales. 

 

El conflicto armado ha generado un desplazamiento masivo de la población, estimado en 5.1 millones de personas, un 98% provenientes del campo. Estas víctimas abandonaron o fueron despojadas de 6.6 millones de hectáreas.  

 

El estudio de la FAO sostiene que “el modelo de alianzas estratégicas en Colombia ha sido privilegiado como estrategia de gestión de las tierras y transformación del campo sin redistribución”, como lo demuestran los debates en torno a las políticas de dinamización del modelo agro-empresarial, tales como las Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social, ZIDRES, para grandes proyectos empresariales, en zonas apartadas, bajo el esquema de asociatividad con el campesinado, un eufemismo para el trabajo asalariado.  

 

Se han venido trazando políticas  encaminadas a facilitar la inversión extranjera en el sector rural y en tierras, tales como los acuerdos de libre comercio, la promoción de inversiones en agrocombustibles, los estímulos mediante agendas de competitividad, líneas especiales de créditos y subsidios, zonas francas y alianzas productivas. Mención especial merece el Programa Nacional de Biocombustibles, con base en los cultivos de caña y palma, distintas políticas irían en camino a facilitar la inversión extranjera en el sector rural y en tierras, tales como los acuerdos de libre comercio, la promoción de inversiones en agrocombustibles, los estímulos mediante agendas de competitividad, líneas especiales de créditos y subsidios, zonas francas y alianzas productivas.

 

Entre los conglomerados empresariales se encuentran varios con capital extranjero, tales como Cementos Argos (capital estadounidense), el Grupo Corona (en asocio con Falabella y Sodimac de Chile), Mónica Semillas (capital brasileño).

 

El estudio concluye que es prácticamente imposible calcular exactamente la Inversión Extranjera Directa, IED, en agricultura, el cálculo más aproximado es que la IED en el sector agricultura, caza, silvicultura y pesca, representa alrededor del 1% al 2% de la IED total en el país.

 

 

 

 

Efectos de la Apertura Económica de 1990 y del TLC con Estados Unidos  de 2012: disminución de los cultivos transitorios y aumento de los permanentes

 

Para Estados Unidos, Colombia es simplemente un mercado para sus exportaciones, un mercado cada vez más estratégico. Como resultado de la eliminación o reducción de aranceles y del desmantelamiento de la institucionalidad que otrora protegía e impulsaba la producción agropecuaria en el país, desaparecieron muchos renglones de la producción agrícola y crecieron las importaciones desde Estados Unidos. Cuando Gaviria hizo la Apertura Económica, a sabiendas de que no seríamos competitivos en la agricultura dado que los países desarrollados subsidian su agricultura y la protegen con cuantiosas ayudas públicas.  Todas las teorías que sustentaron la Apertura Económica y la desprotección de la agricultura resultaron equivocadas – principalmente la teoría de las ventajas comparativas- y sirvieron de cortina de humo para ocultar el verdadero propósito de entregar nuestro mercado interno y entrar a depender de las importaciones.

 

En 1990 la superficie cultivada en productos transitorios como papa, arroz, hortalizas, maíz, sorgo, frijol, soya y algodón en Colombia era de 2.515.600 Has y permanentes y semipermanentes como banano, cacao, caña de azúcar, plátano, yuca, café, palma africana tabaco era de 2.119.000 Has.

(Anuario estadístico del Sector Agropecuario para 1992, MinAgricultura, citado por Aurelio Suárez en El Modelo Agrícola Colombiano y los Alimentos en la Globalización).

 

En la Tabla 4, con información proveniente del Anuario Estadístico del Sector Agropecuario y Pesquero de 1995, podemos observar los efectos de la Apertura, especialmente el crecimiento de los cultivos permanentes- que son principalmente plantaciones tropicales-  frente a los transitorios que son  primordialmente  los alimentos de la dieta básica cualquier país y oleaginosas.

 

 Tabla 4 Participación porcentual de los productos en el valor de la producción total 1987-1995

Año

Cultivos permantes

Cultivos transitorios

1987

28,8%

24,2%

1995

36,2%

17,8%

Fuente: Anuario Estadístico del Sector Agropecuario y Pesquero 1995, MinAgricultura

Censo Agropecuario de  2004, citado por Aurelio Suárez

 

En la Tabla 5, podemos apreciar  cómo todos los cultivos transitorios perdieron participación porcentual en el valor de la producción total para 1995,  a los cinco años de la Apertura.

 

 Tabla 5 Participación porcentual de algunos cultivos permanentes en el valor de la producción total y superficie cosechada  en Hectáreas

Año

Palma Africana

Flores

Frutales

Café verde

Caña panelera

Caña de Azúcar

Plátano

No export.

Cacao

1987

1,8%

51.560 Has

3,5%

 

1,5%

48.100 Has

12,9%

5%

232.000

6,2%

108.000

5,2%

358.900

1.2%

104.790

1995

3,8%

131.067 Ha

4,7%

3,9%

122.229 Ha

10,2%

4%

212.446

10,6%

226.149

4,6%

358.876

1,1%

121.674

Participación porcentual de algunos cultivos transitorios en el valor de la producción total y superficie cosechada en Hectáreas

Año

Arroz

Maiz

Soya

Algodón

Tabaco rubio

papa

sorgo

ajonjolí

1987

4,7%

De riego

253.600

3,1%

Tecnificado

77.900

1,0%

64.750

2,7%

108.340

0,3%

10.350

4,4%

157.250

2%

259.400

0,1%

19.080

1995

3,4%

237.654

2,7%

79.613

0,5%

45.074

0,9%

81.602

0,1%

2.830

4,3%

178.482

1,2%

180.752

0,0

11.887

Anuario Estadístico del Sector Agropecuario y Pesquero 1995, MinAgricultura

 

En la tabla 6, se confirma, una vez más, el crecimiento que han tenido los cultivos permanentes, que ahora representan más de la mitad de la producción tanto en área cultivada como en producción. Ello, luego de suscrito el TLC con Estados Unidos en 2012.

 

 

Tabla 6 Área total cosechada y producción de los cultivos permanente, transitorios y asociados  año 2013  Censo Nacional Agropecuario 2014 – Minagricultura para el año 2013

 

Permanentes

Transitorios

Área sembrada en hectáreas

5.225.959

2.386.174

Área cosechada en hectáreas

4.040.925 Has

1.875.794 Has

Producción Toneladas

18.001.222 toneladas

11.792.292 toneladas

Participación % del área cosechada

60,2%

28,0%

Participación % de la producción

52,9%

34,7%

Los resultados del Censo mostraron para Colombia que en el año 2013 el área cosechada suma un total de 6.705.677 hectáreas, y se registran 33.998.002 toneladas de producción agrícola.

 

 

Resultados del libre mercado: Crecimiento exponencial de la importación de alimentos de Estados Unidos  

 

Las políticas de libre comercio que expusieron nuestro mercado a los avatares de la competencia internacional, tuvieron nefastas consecuencias para nuestra agricultura y para nuestra soberanía alimentaria, pues las importaciones desde Estados Unidos de productos agropecuarios  han crecido exponencialmente como se observa  en la Tabla 4. En 1990, cuando comienza la liberalización económica tan sólo importábamos $347,3 millones, de dólares y para 1994, las importaciones se duplicaron pasando a 794,8 millones de dólares.  La tendencia se acentúa luego de suscrito el TLC de 2012, en 2018 importamos de Estados Unidos $2.984.000 millones de dólares en productos agropecuarios, que son básicos para nuestra dieta e insumos para la industria: Cereales, aceites vegetales, carnes y pollo y productos lácteos, básicamente.

 

 

 Tabla 7  Importaciones Colombianas desde Estados Unidos en millones de dólares

 

20 productos agropecuarios básicos

 

1990

 

347.3

1994

794.8

2000

939.236

2001

1.121.699

2002

1.177.609

2003

1.267.770

2004

1.390.756

 

granos como maíz, trigo, arroz

aceites vegetales

carnes rojas, res, cerdo

productos lácteos

pollo

 

2013

570

414

129

27

47

1.590.000

2018

1.223

970

284

72

83

2.984.000

Fuente: Departamento de Agricultura de Estados Unidos Citado en Portafolio  11/MARZO/2019 “EEUU Buscará exportar más bienes del agro a Colombia” y DANE - FAO para 1990 y 2000

FAO, 2000 a 2004, citado por Aurelio Suarez en El Modelo Agrícola Colombiano y los Alimentos en la Globalización

 

 

Entretanto, las exportaciones colombianas se concentran en un puñado de bienes primarios commodities o productos básicos tropicales como el café, las flores, el azúcar de caña el aceite de palma y el banano (véase la tabla 8).

 

Tabla 8 Exportaciones de Colombia a Estados Unidos   en Millones De Dólares

 

Café en grano

Flores

Azúcar de caña

Aceite de Palma

Banano-plátano

2013

1.017

668

12

7

254

2018

1.238

767

20

17

192

Portafolio Edición de marzo 11 de 2019

 

El Censo Nacional Agropecuario de 2014 confirma la especialización del país en productos tropicales permanentes principalmente

 

Del análisis de los resultados del Censo Nacional Agropecuario de 2014,  podemos concluir que el país está dedicado a sembrar: café, como desde la época de La República, palma aceitera, caña de azúcar y panelera,  plátano, banano y arroz, principalmente.

 

Los productos denominados agroindustriales por el Censo de 2014 son algunos permanentes  tropicales,  casi todos pueden considerarse como materias primas porque son insumos para la producción, es decir son transformados antes de ser productos terminados, algunos de ellos podrían calificarse de modernos o empresariales en la medida en que  se producen con mano de obra asalariada, otros no.

 

Tabla 9 Participación (%) del área cosechada (ha) y la producción (t) por grandes grupos de cultivo en el área rural dispersa censada

 

Agroindustriales

(definición utilizada por el Censo)

Tubérculos y plátanos

Cereales

Frutas

Plantaciones forestales

Hortalizas, verduras y legumbres

Aromáticas y medicinales

Flores y follajes

Participación (%) producción (toneladas)

17,3

38,1

13,3

22,8

3,1

4,2

0,3

0,9

Participación (%) área cosechada (hectáreas)

37,6

24,8

16,8

14,9

1,6

3,5

0,6

0,2

Fuente: Censo Nacional Agropecuario de 2014 - Minagricultura

 

 

Tabla 10 Participación (%) del área cosechada (ha) y la producción (t) de los principales cultivos  llamados agroindustriales en el área rural dispersa censada año 2013

 

Café

Palma Aceitera

Caña panelera

Caña de azucar

Cacao

Participación (%) área cosechada (hectáreas )

29,8

14,1

11,8

8,7

6,5

Participación (%) producción (toneladas)

13,2

17,3

24,5

36,1

1,5

Área cosechada hectáreas

751.578

356.455

297.031

220.783

164.332

Producción toneladas

776.522

1.017.046

1.438.623

2.116.403

87.632

Anuario Estadístico Agropecuario para 2018. Datos para 2017

  Café Palma Caña Panelera Caña de Azúcar Cacao

Participación (%) área cosechada (hectáreas )

15,9%

11,2%

4,3%

5%

4,1

Participación (%) producción (toneladas)

1,5%

3,1%

2,3

47,8

0,2

Área cosechada en hectáreas

753.298

528.351

205.033

199.906

181.392

Área producida

toneladas

851.640

1.743.427

1.254.799

26.617.046

91.826

Fuente: Censo Nacional Agropecuario de 2014 – Minagricultura

Es importante aclarar que los resultados del Censo Nacional Agropecuario de 2014 se presentan primero por área sembrada y posteriormente por área cosechada, la cual siempre es menor que la sembrada.

Resumen de participación en el área cosechada  en el área rural dispersa censada por grupos de cultivos en 2013, según el Censo Nacional Agropecuario de 2014  

El 79,2 % del total del área cosechada corresponde a cultivos

agroindustriales, tubérculos y plátanos, y cereales; estos grupos representan el 68,7 % de la producción

agrícola, es decir, un poco más de la mitad del total de la producción del país.

El 64,5% del total del área cosechada censada con cultivos agroindustriales

corresponde a cultivos de café, palma africana, caña panelera y de azúcar, es decir, 1.625.847 hectáreas.

Mientras que en producción, el 77,9% está representado por caña de azúcar, caña panelera y palma de aceite.

El 65,0 % del total del área agrícola sembrada de cultivos agroindustriales  censada responde a cultivos de café, palma y caña (azúcar y panelera). El área sembrada de otros cultivos

agroindustriales está conformada por cultivos de ajonjolí, canola, cañafistula, fique,higuerilla, mimbre, olivo, palma amarga, palma iraca y soya, entre otros.

 

El 50,7 % del total del área cosechada con cultivos de tubérculos y plátano censada

corresponde a cultivos de plátano, es decir, 840.765 hectáreas. A su vez, estos representan el 37,3% del total de la producción (4.831.241 toneladas).

El 45,7% del total del área cosechada de los cultivos frutales censada corresponde

a cultivos de cítricos, banano común, piña y aguacate, es decir, 455.632 hectáreas. Mientras que los cultivos

de banano de exportación, piña y cítricos representan el 67,7% del total de la producción, es decir, 5.247.426 toneladas de fruta fresca.

El 41,9% del total del área cosechada con cultivos de cereales  censada corresponde

al cultivo de arroz, es decir, 473.166 hectáreas. A su vez, este cultivo representa el 53,5% del total de la

producción del grupo de cereales, es decir, 2.425.573 toneladas de paddy verde en el año 2013.

      

 

 

El sector de alimentos procesados y bebidas en la mira del Departamento de Agricultura de EEUU


Fuente: United States Department of Agriculture- Foreign Agriculture Service Report: Food Processing Ingredients.  Fecha: marzo 31 de 2020 

 

El sector de alimentos procesados y bebidas tienen una significativa participación en el PIB colombiano (21,23%) y en 2019 las exportaciones colombianas sumaron 1.400 millones de dólares. Es un mercado muy apetecido por Estados Unidos, tanto para sus productos agrícolas como insumos como para su propia producción de alimentos y bebidas procesadas. En los últimos años se ha consolidado y diversificado ganando economías de escala mediante fusiones, adquisiciones, alianzas estratégicas, etc.

 

No sorprende entonces que, aprovechando la coyuntura de la pandemia del coronavirus, funcionarios del Departamento de Agricultura de Estados Unidos hayan preparado un informe detallado sobre el sector de alimentos procesados colombiano y sus necesidades, titulado ‘Ingredientes para el procesamiento de Alimentos’, donde se confirma una vez más cuál es el objetivo del libre comercio: nuestra soberanía alimentaria. No es lo mismo alimentar al país con comida producida por nuestro mercado interno que depender de mercados foráneos como el norteamericano. El informe en su planteamiento inicial es contundente:

 

Las oportunidades para los productos agrícolas de Estados Unidos abundan en Colombia luego de que se suscribió el Tratado de Promoción Comercial (CTPA por sus siglas en inglés) entre Colombia y Estados Unidos. Colombia continúa siendo un importador neto de muchos productos agrícolas y no está en capacidad surtir localmente la creciente demanda de materias primas e ingredientes para la industria procesadora de alimentos y bebidas. La crisis de la Covid-19 en desarrollo y el des aceleramiento económico resultante conllevará desafíos logísticos y podría cambiar el comportamiento de compra de los consumidores a medida que más personas compran alimentos para llevar o cocina en la casa en lugar de cenar en restaurantes en el corto y mediano plazo. Los productos más demandados durante la actual crisis de la Covid-19 y la cuarentena ordenada son vegetales congelados, garbanzos y harina de maíz.”

 

El resumen ejecutivo dice:

 

Colombia es el destino principal para las exportaciones agrícolas en Sur América, seguido de Chile y Perú. En 2019, las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a Colombia se valoraron en $2.700 millones de dólares. El comercio de productos agrícolas entre Colombia y Estados Unidos se ha expandido como resultado del Tratado de Promoción Comercial entre Estados Unidos y Colombia, implementado en mayo de 2012.

 

La Tabla 11 muestra la importancia del nicho de alimentos y bebidas para EEUU.

 

 

Tabla 11 Los diez principales productos orientados al consumidor importados por Colombia desde Estados Unidos               Total  US$ 1.89 miles de millones

Producto

2018 (dólares)

2019 (dólares)

Cambio %

Preparaciones de alimentos

(No especificadas en otro lugar)

Posiblemente concentrados

$253.350.586

$276.725.568

9%

Cerdo congelado

$195.516.537

$203.508.879

4%

Cerveza de malta

$92.794.113

$68.443.785

-26%

Manzanas frescas

$92.051.248

$93.339.781

1%

Alimentos preparados para infantes

$$77.797.975

$59.460.954

-24%

Cortes de pollo congelados y despojos comestibles

$63.658.544

$86.041.003

35%

Vino de uvas frescas (envases hasta de 2 litros)

$48.265.832

$53.639.163

11%

Otras bebidas no alcohólicas

$43.653.718

$26.054.131

-40%

Alimentos para perros y gatos

$43.614.344

$50.104.802

15%

Congelados

$39.978.629

$44.514.219

11%

Fuente: United States Department of Agriculture- Foreign Agriculture Service

Report: Food Processing Ingredients.  Fecha: marzo 31 de 2020

 

 

 

Consideraciones finales:

 

1) La pandemia ha expuesto nuestra dependencia alimentaria y el Presidente Duque, en lugar de fortalecer un sector estratégico, ha abierto las importaciones de maíz, sorgo, soya y torta de soya.  Los funcionarios neoliberales dicen que como “no somos autosuficientes” no hay más remedio que importar.


     El maíz es el cuarto producto que más importamos de Estados Unidos: de 234 millones de toneladas en 2012 pasamos a importar en 2018 5.500 millones de toneladas tanto de maíz amarillo como blanco, según CUNO (Centro Virtual de Negocios sobre Nosotros). El maíz y la soya constituyen el 75% del costo de los insumos para la industria porcina y avícola, los cuales son importados.  En 2017 cosechamos 594.245 Has de maíz tanto tradicional como tecnificado (4,5%), 1.702.967 toneladas (11,3%).


2) Con la dramática caída de los precios del petróleo y la transición energética hacia energías limpias, verdes y alternativas, y la gran crisis provocada por pandemia de la enfermedad Covid 19,  Colombia no tiene otra  opción que volver a potenciar su sector agrícola, especialmente la producción de alimentos claves para la seguridad alimentaria del país,  para lo cual requiere de políticas proactivas tales como crédito barato y   oportuno,   reinstitucionalizar el sector,   promover precios sustentables, etc., todo lo cual ha sido exigido durante esta cuarentena por Dignidad Agropecuaria mediante cartas dirigidas al presidente Duque y su Ministro   de Agricultura que están publicadas en su portal. También encuentran su respuesta al Ministro Zea, quien en un foro reciente culpo a los agricultores por la pérdida de su seguridad alimentaria. 


3)    Instituciones globales como la Organización Mundial del Comercio, OMC, creada en 1995 con la finalidad de promover el libre comercio, deben ser reformadas pues su obsolescencia es cada vez mayor.  Los tratados de libre comercio no han redundado en mayor equidad ni crecimiento para el país y deben ser ‘denunciados’, en especial el TLC con Estados Unidos, para que el mundo quede notificado de que Colombia está dispuesta a retirarse de dicho tratado, que tantos perjuicios ha traído para el desarrollo de la producción nacional.

 

4) El Departamento de Agricultura de EEUU es consciente de las gustos de los consumidores colombianos, sus preferencias por marcas nacionales de industrias tradicionales  conocidas tales como Colombina, Alquería, Alpina, Mimos, Levapan, Quala, Ingredión, etc. Conoce la necesidad de producir alimentos dietéticos y sanos dado el creciente problema de obesidad y de enfermedades cardiovasculares en el país. Promover una ley de etiquetados para los alimentos procesados y promover la costumbre de leerlas por parte de los consumidores, es importante porque facilitaría la resistencia nacional a la penetración y conquista norteamericana de nuestro mercado interno. Cada vez más colombianos optan por alimentos sanos cultivados localmente,  libres de químicos y no transgénicos. 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] No sorprende que el retiro del bloque fuera una de las exigencias que hacían los manifestantes en el Paro Nacional de finales de 2019. Colombia deberá contribuir, anualmente, con un monto aproximado a los cinco millones de dólares. No obstante, el compromiso mayor de Colombia tiene que ver con la ejecución de las recomendaciones de los 23 comités temáticos, que abarcan asuntos ambientales, comerciales, tributarios, educativos, laborales, entre otros.