1. Un insurgente en la Casa Blanca: del
dicho al hecho
“Un insurgente en la Casa Blanca” es la
portada más reciente de The Economist,
pues en menos de un mes Donald Trump ha ejecutado políticas y
emitido decretos en diversas direcciones, ha ofendido mandatarios, casado
peleas internacionales con varios países, ha defendido la tortura, atacado la
prensa, anulado políticas de Obama y puesto en marcha varias de sus promesas
electorales.
Su
primer decreto pretendía erosionar la reforma de ObamaCare, amenazando con dejar sin seguridad social a unos 18
millones de ciudadanos en el término de un año. En los siguientes días firmó órdenes
ejecutivas para retirar al país del Tratado Transpacífico (TPP, por sus siglas
en inglés), revivir proyectos de oleoductos prohibidos por Obama; construir un
muro en la frontera con Méjico, recortar el presupuesto al programa de
planificación familiar en países en desarrollo, ordenó un nuevo plan para
luchar contra la organización extremista Estado Islámico. También amenazó con
perseguir a los inmigrantes indocumentados y ha abierto la posibilidad de
revivir establecimientos secretos de detención y tortura para los sospechosos
de terrorismo. Incluso propuso revisar las políticas para combatir el SIDA en
África.
Un reflejo fiel de sus políticas
erráticas y ultraderechistas es el gabinete de magnates y de halcones poco
preparados para sus cargos, que niegan la existencia del cambio climático y que
representan intereses concretos como el petrolero y el financiero.
Su gabinete de generales y
multimillonarios, según Claudio Katz en su artículo “el Tormentoso debut de Trump”, incluye enemigos de la
educación pública (Betsy DeVos), el sistema de salud (Tom Price), el ambientalismo (Scott Prui) y amigos de congelar
el salario mínimo (Andy Puzder). Su vicepresidente (Mike Spence) lidera las
campañas de penalización del aborto y sus principales funcionarios son
declarados anti-islamistas (Michael Flynn) o pregoneros del suprematismo blanco
(Bannon).
Las primeras medidas erráticas,
destructivas e inconsistentes de su presidencia constituyen un vaticinio de que el crecimiento económico
y el bienestar en el largo plazo se afectarán.
2. El populismo de Trump es tan solo una
cortina de humo que aprovechó distintos factores de la crisis global para
hacerse elegir
Es por todos sabido que durante su
campaña el nuevo mandatario apeló al sentimiento de inconformidad del
trabajador blanco norteamericano que ha perdido posibilidades de empleo por la llegada de inmigrantes, que
ocupan puestos de trabajo por sueldos más bajos. El discurso antiinmigración de
Trump caló hondo en ese segmento de blancos pauperizados, en particular en las
áreas rurales de los 'estados indecisos', como Florida, Carolina del Norte,
Wisconsin, Ohio y Pensilvania.
El talante xenofóbico del magnate entonces prometía dividendos
electorales y una vez llegó a la Casa Blanca, la emprendió contra los mejicanos anunciando la construcción de un muro fronterizo
pagado por sus propias víctimas, y un impuesto del 20% a las importaciones
provenientes de Méjico, igualmente
atacó a los musulmanes mediante una orden ejecutiva que prohibía temporalmente el
ingreso a ciudadanos de 7 países musulmanes, el cual ha sido suspendido por
una orden judicial.
Las naciones soberanas necesitan
fronteras protegidas para controlar la inmigración lo cual no implica cerrar
las puertas o implementar prohibiciones con base en criterios religiosos cómo
pretende Donald Trump, pues resulta profundamente ofensivo.
Al mismo tiempo el presidente Trump pavimentó su camino a la Casa
Blanca con promesas de corregir los desequilibrios en el comercio exterior. En
efecto, el déficit comercial de Estados Unidos creció en 2016 a su nivel más alto
en cuatro años con persistentes desequilibrios con China, Europa y México que
dan más munición al proteccionismo de Donald Trump.
No obstante, no hay razón alguna para creer que tenga intenciones de
reversar las nefastas políticas de la globalización neoliberal y los excesos
del libre comercio. Ante todo, busca recuperar la hegemonía de Estados Unidos
en el intercambio global sin revertir la estructura internacional de
transacciones, que actualmente ontrolan las empresas multinacionales.
Según Claudio Katz, Estados Unidos ha reversado
políticas de libre comercio en el pasado pensando en su propio beneficio: “ese
tipo de revisión ya fue perpetrada por Estados Unidos, cuando sustituyó el
fracaso del ALCA por convenios bilaterales con distintos países
latinoamericanos. Ahora prepara una renegociación que preservará todos los
ítems que apuntalan a la potencia del Norte”.
Su xenofobia junto con un proteccionismo
derechista y el desprecio por las élites hacen parte de una campaña demagógica
titulada “Make America Great Again” que culpa a los inmigrantes, a los políticos de Washington y a los tratados de libre comercio
donde Estados Unidos es deficitario de las dificultades del país más poderoso
de la tierra.
Pero el auge del populismo de derecha en
Estados Unidos, con el advenimiento de Trump y en otros países de Europa, no se
explica únicamente por causas
económicas. Jeffrey Sachs, lo atribuye a cuatro factores: el creciente nacionalismo, la debilidad
de la política exterior norteamericana, la crisis de los partidos de centro
izquierda y la crisis de los refugiados.
Si fuera por razones económicas no se explicaría el auge de líderes populistas de derecha en países del Norte de Europa, que tienen los mejores estándares de calidad de vida en el mundo. Todos los países escandinavos y sus vecinos del norte de Europa, tienen partidos populistas de derecha, con creciente poder e influencia.
Si fuera por razones económicas no se explicaría el auge de líderes populistas de derecha en países del Norte de Europa, que tienen los mejores estándares de calidad de vida en el mundo. Todos los países escandinavos y sus vecinos del norte de Europa, tienen partidos populistas de derecha, con creciente poder e influencia.
Lo cierto es que el magnate inmobiliario
logró posesionarse ante los electores como candidato del cambio anti-establishment
con mayor éxito que, por ejemplo, el candidato de izquierda Bernie Sanders, con
el factor agravante de que el Partido Republicano mantiene la mayoría en el Congreso, facilitando la imposición de la
nueva agenda derechista.
3. Las propuestas económicas, no obstante,
sólo apuntalan al gran capital y el corporativismo
Si bien es cierto que el ritmo del crecimiento de Estados Unidos
en los últimos 16 años se ha
estancado lo mismo que la productividad por hombre y el ingreso promedio por
familia prácticamente no creció entre 2000 y 2014, cuando toma posesión Donald Trump
la economía norteamericana está cerca del pleno empleo, de manera que los índices
económicos tan solo pueden empeorar, de aquí en adelante.
Según Paul Krugman,
Trump ve el comercio internacional como todo el resto: como una lucha por la
dominación, en la cual alguien gana a costa de que alguien más pierda. No
obstante, el juego comercial no siempre es de suma cero en un mundo donde nada
está hecho totalmente en Estados
Unidos o en China, las manufacturas están deslocalizadas de manera que los
componentes de digamos un carro se producen en muchos países.
Trump está dispuesto a ejercer un mayor
proteccionismo pero llevado muy lejos podría desatar guerras comerciales, ya
que los socios de Estados Unidos no tendrían una opción distinta a la de
responder subiendo los impuestos a las exportaciones estadounidenses.
Al mismo tiempo promete rebajar los
impuestos corporativos lo cual repercutirá en un dólar y unas
tasas de interés más altos, afectando
a su vez el anunciado estímulo fiscal. La apreciación del dólar tendrá
consecuencias en todo el mundo. De
otro lado, el estímulo fiscal de Trump bajo una situación de casi pleno empleo
puede conllevar más inflación que crecimiento económico.
Lo que sí ha hecho por lo pronto, es
emitir dos decretos para reversar la reforma financiera Dodd-Frank - implementada
en 2010 para promover la estabilidad financiera de los Estados Unidos a través
de medidas que proporcionen transparencia y estabilidad en el sistema y ordenar la separación de las funciones de los
bancos comerciales y los bancos de inversión - y otro más camino a una mayor
desregulación lo cual estimulará nuevamente la inestabilidad en los mercados
financieros y beneficiará a Wall Street.
No es probable que el nuevo presidente
de Estados Unidos le apunte a una política industrial que reverse la situación
de crisis de las manufacturas. El sector en 2015 representaba en términos de
empleo un cuarto del de 1970. La pérdida de empleos en el Cinturón Industrial
ha dejado a un sinnúmero de trabajadores blancos con un nivel de vida apenas superior a los de sus
padres.
Aunque el Silicon Valley creó nuevas industrias y mejoró el ritmo de la
innovación por un corto periodo, en poco tiempo también decayó. La falta de
innovación y no tanto el comercio
es realmente la culpable del
decaimiento industrial sostiene Dani Rodrik.
Para revivir el sector se necesita de una política industrial activa y no
simplemente desregular como propone Trump. Anota Rodrik que mientras la tasa de
participación laboral industrial decae en Gran Bretaña y Estados Unidos en
países que han innovado y que también están en el comercio como Alemania y
Holanda aumenta. Por lo pronto Trump cree que amenazando a empresas como Ford y Carrier y
ayudando a otras como Google, va a promover la producción y el empleo. Esto nos recuerda el
corporativismo alemán e italiano de los años 1930.
Las políticas industriales exitosas como
la de los países del Sudeste Asiático y China se han basado en una relación de
estrecha colaboración y coordinación entre el sector público y el privado.
4.El talante pendenciero de Donald Trump promete ahondar los conflictos internacionales
A medida que los votantes de la clase
trabajadora se han venido percatando de que las promesas de Donald Trump sobre
nuevos empleos y un mejor sistema de salud eran mentirosas, sus medidas y querellas
internacionales se han convertido en la nueva cortina de humo.
La crisis financiera global de 2008, el
auge de ISIS, la transformación de Rusia en un peligroso adversario al mando
del presidente V. Putin ejemplificado por la anexión de Crimea en 2014 y la
invasión de Ucrania Oriental, los programas de armas nucleares en Corea del
Norte e Irán, la Cyber intervención en las elecciones presidenciales y una
China más nacionalista y militarmente más peligrosa, constituyen hechos que incrementado
dramáticamente los retos a la política internacional.
Ya no se trata de saber hasta donde imponer los valores e intereses estadounidenses a
otros sino de saber qué hacer para enfrentar una cascada de desafíos a sus
intereses más sentidos y su seguridad nacional, y el nuevo presidente ha planteado un verdadero revolcón en
unos pocos días, prometiendo agudizar todas las contradicciones.
“Make America great again” sugiere una potencia
prepotente que dicta órdenes, e impone hechos, así: “tomaremos su petróleo”, “construiremos un muro
y obligaremos a Méjico a pagar por él y sacaremos a los terroristas y a los “bad
hombres” aún en contra de la ley internacional”; “obligaremos a China a cambiar
los términos comerciales y si ello desata una guerra, a quien le importa”,
“bienvenida la guerra armamentista porque la ganaremos”. El presidente Trump realmente
cree que Estados Unidos puede volver a dominar unilateralmente la política y la
economía mundial.
El mandatario está dictando una nueva y
peligrosa política internacional: el nuevo embajador en Israel, David Friedman,
sin experiencia diplomática, ha dudado de la necesidad crear dos Estados bajo la cual israelíes y
palestinos puedan vivir juntos y en paz y ha respaldado la continuación de los
asentamientos israelíes en el territorio ocupado en Cisjordania.
Pero la más significativa manifestación de
cambio ha sido la repentina simpatía por el presidente V. Putin, pero significa
ello que ¿aplaudirá sus ambiciones sobre Ucrania? ¿Cómo reaccionará Trump,
luego de cuestionar a la OTAN, si Putin intenta invadir a uno de los países
Bálticos? ¿Será que Putin es un sincero aliado de Trump?
Otro cambio sustancial es su posición de
confrontación frente a China, y
naciones como Japón, Corea del Sur y Australia, han expresado su preocupación.
En realidad el auge de China ha
proporcionado una nueva órbita para muchos países alrededor del mundo,
convirtiéndose en una fuerza hegemónica alternativa para África y el Sudeste
Asiático que viene sin el colonialismo occidental y la moralización sobre la
democracia y los derechos humanos. Y el gobierno de Trump le está dando aún
mayores oportunidades a China de consolidar su papel como inversionista en
infraestructura en muchos países deseosos de desarrollo. Adicionalmente Europa
también contribuiría a mover la balanza del poder mundial a favor de
China. El futuro incierto de la
Unión Europea y el preocupante auge de fuerzas políticas populistas de derecha
pueden conllevar a un nacionalismo y proteccionismo similares.
Trump plantea una nueva lucha ideológica
en defensa de la cultura judeo-cristiana frente a otras civilizaciones, en
particular el islamismo. Los
organismos multilaterales y cooperación internacional como las Naciones Unidas se
plantean como obsoletas. Múltiples convenciones y tratados serían erosionados como
ya lo expresó frente al Acuerdo Nuclear con Irán y al Acuerdo de Paris del
Cambio Climático, causando un daño duradero, dejando solo el uso de la fuerza
como instrumento para dirimir los
conflictos mundiales.
Inaugura un giro de alcance global. El
epicentro de la crisis se ubica primera vez en la principal potencia del
planeta. De la misma forma que nadie imaginó la implosión de la Unión Soviética
o la conversión de China en potencia económica, tampoco hubo previsiones de la
monumental mutación en curso.
5. La resistencia se pone a la orden del
día con el mandato de Trump
No en
vano la defensa de los Derechos Humanos y de las minorías ha pasado por ya décadas
de desarrollo de manera que vastos sectores de la población se han apropiado de consignas propias del feminismo, la
igualdad de género, el medio ambiente y la diversidad cultural y biológica. Las
reacciones de protesta y descontento frente al insulto y ofensas de Trump en
contra de las mujeres, la población LGBTI, los inmigrantes, los latinos, etc, no deben sorprender a nadie.
Pero de todas
las fuentes de posible oposición a Trump, solamente las mujeres, que
constituyen más de la mitad de la población, han logrado organizarse eficientemente por lo pronto. La “marcha de las mujeres sobre
Washington” resultó ser unas tres veces más grande que la manifestación que acompañó a Trump el día de su posesión.
Las Ongs y otros movimientos sociales
también se han manifestado ayudados por los medios de comunicación, atizados
ahora por la guerra declarada de
Trump a los periodistas y medios. El populismo de derecha ataca principalmente los ideales liberales
como la separación de poderes, la libertad de prensa, la independencia de la
rama judicial, el libre comercio que no necesariamente son ideales
democráticos.
La resistencia ha crecido no solamente
por parte de la ciudadanía y las minorías, internamente las instituciones, comenzando
por el partido Demócrata y la rama judicial, también están cuestionando las recientes órdenes ejecutivas.
El
nuevo inquilino de la Casa Blanca quiere imponer una autocracia o sea una democracia no liberal
autoritaria, donde los mandatarios son electos de manera más o menos libre pero
donde las libertades civiles básicas son coartadas, la transición del poder se
hace mas difícil, la libertad de prensa y expresión son atacadas, las minorías
pierden protección y la división de poderes y contrapesos se elimina parcial o
totalmente.
Hay un giro del globalismo hacia el
nacionalismo, de unas élites metropolitanas a unas rurales y populistas de
derecha. Se está pasando de una
ideología económica redistributiva y de un corporativismo regulado a algo así
como un corporativismo intervencionista. De una democracia liberal a una democracia
autocrática y autoritaria.