Historias de la realidad o la realidad de las historias

viernes, 27 de mayo de 2016

Entrevista con el pintor Felipe Arango sobre la Unidad Nacional de Artistas, UNA





¿Qué es la Unidad Nacional de Artistas, UNA, cuando se creó, por qué se creó y si es principalmente una organización gremial de los artistas?

La Unidad Nacional de Artistas, como su nombre lo indica, es una asociación de artistas de todos los sectores creativos. Esto se inicia por una serie de luchas gremiales muy concretas alrededor de la seguridad social y las pensiones que convocó a un movimiento más o menos amplio de los artistas colombianos. Pero es sólo hasta el 1º de mayo que se logró hacer un primera reunión en Armenia donde participaron 10 departamentos y allí se tomó la decisión de crear la Unidad Nacional de Artistas. A pesar de haberse iniciado alrededor de una problemática específica gremial, sus objetivos se ampliaron para considerar una plataforma en defensa de la cultura nacional y para promover el trabajo de los artistas colombianos y la cultura colombiana, además de atender a las reivindicaciones especificas de cada sector y las problemáticas comunes a todos los sectores, que también las hay.

El fin de semana pasado se creó en Medellín la Mesa Nacional de Teatro y estamos impulsando una audiencia pública en el Congreso para tratar el problema estructural de la cultura. Ya contamos con el apoyo de varios congresistas. Por ejemplo, el representante Víctor Correa, quien nos acompañó en Medellín va a apoyar todo el proceso de la audiencia pública. Consideramos fundamental visibilizar a un sector que no es considerado en el país en lo fundamental para hablar de los problemas particulares del sector pero también para tratar el problema creativo y de la divulgación del trabajo artístico, las formas de intercambio cultural y de promoción del arte colombiano. Pensamos que esta audiencia se hará entre septiembre y octubre de este año.

También hemos programado realizar el domingo 28 de agosto una reunión nacional en el Teatro Barajas de Bogotá, a la que asistirán delegados de varias regiones. Pienso que tendremos representantes de unos 14 departamentos del país y de todos los sectores artísticos. La finalidad es hacer un congreso nacional pero también fortalecer a Bogotá, especialmente. Analizaremos el problema estructural de la cultura y el arte y no solamente las reivindicaciones gremiales.

¿Como están organizados? ¿Tiene la UNA una directiva?


Tenemos una dirigencia que es más de coordinación, pero no tenemos una estructura jerárquica. La coordinación funciona muy bien de manera transversal y se ha ido fortaleciendo.

¿Cuáles son los sectores más organizados con los cuales puede trabajar la UNA?


La experiencia nos ha indicado que lo grupos de teatro constituyen el sector más organizado. Pero también se nos han ido uniendo otros sectores como recientemente lo hizo la Mesa de gremios de Cine. Participan en la UNA grupos de danza de Pasto y Santander, un grupo de literatos del Cesar, un grupo de fotógrafos de Ríohacha y varios pintores a título personal y un grupo grande de teatro se está organizando.

¿Es la desprotección de los artistas consecuencia del atraso del país?

Todo el problema cultural del país que quiere abordar la UNA es consecuencia del atraso del país y de las políticas gubernamentales que obran en detrimento del bienestar de los artistas, del desarrollo de la cultura nacional y de la misma capacidad de producción de los artistas. Eso se ve reflejado también en todo el problema de la seguridad social pero todo corresponde al atraso y a una serie de políticas foráneas que tratan la cultura como una mercancía más. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, hace una serie de imposiciones tanto ideológicas como culturales y referidas al manejo de los trabajadores de la cultura, todo lo cual afecta al bienestar de los artistas. Este sector siempre ha sido el más desconsiderado y el más abandonado por parte del Estado, que no le da importancia a la cultura. Eso se refleja en el presupuesto nacional de Ministerio de Cultura que es el de 0.2% o sea unos $390.000 millones de pesos. Este año lo redujeron en 14.7% y posteriormente lo han rebajado dos veces más.

Pero, la falta de seguridad social también tiene que ver con la forma como usualmente contratan a los artistas como la tercerización...

Hay una tercerización salvaje en todo el sector cultural. Los vinculan por contrato o por prestación de servicios específicos, para que realicen obras concretas.

¿Conoce casos particulares de artistas conocidos que en su vejez caen en desgracia por falta de una pensión?

Han sonado mucho los de televisión como Pepe Sánchez.

¿Cómo son las políticas culturales del Estado colombiano?



Las políticas culturales del Estado se basan en estímulos. No hay programas reales permanentes de formación y divulgación de los trabajos de los artistas. Los estímulos son financiados no a través del presupuesto del Ministerio de Cultura sino mediante cobros parafiscales que se han aplicado por ejemplo a la boletería mayor de 85 mil pesos, a la que se le cobra el 10%. Los recursos así recogidos van a financiar ciertos estímulos como las salas concertadas de teatro. La política de estímulos implica que hay unos poquísimos dineros para unos poquísimos artistas de cada ramo. Ponen a los artistas a luchar entre sí por las migajas que entrega el Estado mediante impuestos adicionales que se le cobra a la gente. La UNA lucha por una política cultural que dé la posibilidad real de crear programas continuos de formación para los artistas y para que estos tengan formas reales para divulgar sus trabajos. La mayoría de los trabajos se quedan en el tintero, se quedan escondidos. Por ejemplo el cine nacional apenas representa el 4% de la audiencia total. Película que no tenga un mínimo de espectadores en el primer fin de semana se retira de las salas y a los productores ni siquiera se les garantiza una ganancia por las presentaciones.

¿qué es la estampilla procultura?

La estampilla procultura es otro parafiscal que se aplica a todos los contratos que se suscriban con el Estado; es un impuesto adicional que se aplica en todo el país, en todos los niveles equivalente al 10% de cada contrato. Una parte de ese 10% va para funcionamiento o sostenimiento, otra parte fuerte va para las bibliotecas y un 10 % va para el sistema pensional de los artistas. Se estima que hay alrededor de un billón de pesos recaudados por este sistema aunque no se sabe donde está. El Ministerio ha propuesto distintas cosas a las cuales nos hemos opuesto. Propuso que ese 10% se utilice dentro del sistema Colombia Mayor para que con $375.000 pesos se pensione a un grupo de 3.000 a 5.000 artistas. La nueva propuesta del gobierno es que lo recaudado se convierta en Beneficios Económicos Periódicos, BEPS, que es el sistema pensional que está proponiendo la OCDE para todo el país. Para explicarlo de una manera breve y simple significa que si se ahorran unos $880 mil pesos anuales el Estado le suma un 20 por ciento para completar una pensión cercana a los $90 mil pesos mensuales. Así supuestamente se cubre más gente pero se desconoce la pensión de prima media. Están buscando rebajar totalmente el sistema pensional por debajo del mínimo legal que se exige por ley.

¿Conoce y apoya el proyecto de ley de actores para mejorar sus condiciones laborales, garantizar la seguridad social y la pensión?



Sí, apoyamos la ley de actores, ACA, con algunas reservas. El proyecto de ley no sólo toca el problema pensional y de la tercerización, también defiende la cuota de pantalla nacional y que la participación de actores colombianos en cualquier producción sea de un 90%, cuestión que debe ser analizada con cierto cuidado, pues no se puede ser tan estricto.

¿Como afectan los tratados de libre comercio, TLCs, la propiedad intelectual y la cuota de pantalla nacional?

Gracias a la ACA se logró frenar la obligación de rebajar la cuota de pantalla en el horario triple A, principalmente de los fines de semana del 50% al 30% estipulada en los TLCs. Pero el problema de los TLCs es mucho más de fondo. Estos tratan la cultura como cualquier mercancía y piden que los trabajos culturales paguen impuestos que antes no tenían. Se les trata como a un zapato o una camisa. Se pide que paguen IVA y otros impuestos, lo cual es absurdo.

¿Qué piensa de la cultura industrial, de la cultura de masas o mainstream y qué tan invadida está el país por ese tipo de cultura comercial?


Nuestras propuestas no son xenofobas. No se trata de que no vengan al país representaciones de la cultura internacional y que nos enriquezcan. Pero una cosa es la cultura internacional y otra cosa es la cultura mainstream que es una forma de cultura industrializada donde las multinacionales de todas las formas de producción cultural y del entretenimiento como el cine, las editoriales, la música, la televisión monopolizan la oferta cultural en todo el mundo con producciones mediocres a través de los TLCs, con contenidos ideológicos específicos con la idea de que la cultura independiente y nacional no se desarrolle y no tenga cabida en los mercados. Colombia está totalmente invadida por ese tipo de cultura.

Pero a este tipo de industrias culturales sí hay que cobrarles impuestos....

Por supuesto que sí, pero paradójicamente a los emprendedores internacionales se les rebaja los impuestos en detrimento de la cultura nacional, restando recursos para el fomento de la cultura nacional. Por ejemplo, si traen a Madona le rebajan impuestos dentro de la ley del espectáculo. Si traen a Tom Cruise a grabar acá le dan una serie de prebendas que no le dan a las producciones nacionales. Esto es algo fundamental que debemos analizar. Hay ejemplos de países desarrollados importantes que defienden su cultura y que no incluyen la cultura dentro de los TLCs como Francia, Canadá y Austria.

En la pagina web está una entrevista con la crítica cultural mexicana Avelina Lésper, ¿está de acuerdo con los criterios que ella expresa sobre el arte contemporáneo según los cuales se está perdiendo calidad estética y la factura por cuenta del arte conceptual y lo que ella denomina arte VIP (video, insalaciones y performance), qué opina usted que es pintor sobre estas críticas?


Estoy de acuerdo con sus críticas, por eso colgamos la entrevista en nuestra página web. Hay una imposición al mundo a través del arte conceptual sobre la forma de producción artística que también abarca el sistema de educativo. Las universidades ya no imparten conocimientos técnicos ni dan herramientas de trabajo a los artistas plásticos con la excusa de que lo importante no es la creación artística sino el discurso en torno a la producción, el concepto. Con el pretexto del concepto cualquier cosa o idea se vuelve una obra de arte entre comillas, sin que tenga una elaboración, sin que tenga un trabajo detrás, sin una propuesta real. Se crean ideas ficticias y se vuelve más un problema filosófico y comercial. Se vuelve un problema donde un curador y unos negociantes están detrás de la obra con un discurso pero donde la obra no se sostiene por sí sola. Son obras que niegan lo que debe ser el arte. Un museo se crea y es importante por las obra de arte. Aquí es al revés, para que una obra se vuelva importante la ubican en un museo y si no está en el museo pierde su valor artístico. Por ejemplo, colocan en un museo una caja o unas piedras que uno se las encuentra en la calle para volverlas arte. Hay un problema grave en esta concepción del arte y es que contradice la estética, en favor de un discurso, pero con ello se vuelve banal el arte. A veces son discursos progresistas pero la obra no sostiene los discursos.

Detrás de este enfoque hay un juego de las financieras internacionales que se conectan con las subastas, los museos y los curadores. El caso de Damien Hirst es emblemático. Subastaron una obra de Hirst, que consistía en una calavera recubierta de diamantes, donde hicieron subir su precio en el mercado de una manera ficticia a 100 millones de libras esterlinas y la compra final la hizo un consorcio donde estaba el mismo Hirst.

¿Hay un movimiento importante en Colombia o en el mundo que se oponga la cultura mainstream?

Hay un gran sector de curadores, historiadores y críticos del arte que combaten el are VIP como lo llama Avelina Lésper. Entre los colombianos se encuentra el antropólogo Carlos Granés Maya quien escribió un libro que se llama El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales. También hay un grupo muy fuerte de artistas a nivel internacional que nunca se ha entregado y que ha impulsado un arte importante, por ejemplo Lucien Freud y David Hockney. Hay una serie de artistas que no han caído en la mediocridad de los preceptos del arte mainstream; existen movimientos en Estados Unidos que dicen que no se puede imponer una forma de producción única, que hay validez en formas como la escultura, la plástica, la fotografía, que son modernas, novedosas y con un valor propio.

Se atreverían a proponer una ley para el artista o un estatuto del artista?

Hay unos conversaciones que se están adelantando en la UNA y con otras agremiaciones para promover una ley del artista. Hay que determinar qué es un artista, qué es un creador, cuáles son las maneras como el Estado y el sector privado pueden apoyar la educación de todos los sectores del arte. Es un problema complicado, de fondo y de largo plazo. No se debe imponer el arte conceptual y negar las técnicas que producen obras de calidad y el desarrollo estético. Los estudiantes ya no saben de color, composición, de ritmo, y solo se aprenden un discurso para justificar una obra. 

sábado, 21 de mayo de 2016

El referendo por el agro colombiano y la Ley Urrutia-zidres



El contexto nacional e internacional no es favorecedor a los campesinos. Primero  porque con la suscripción de los tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea el campo quedó desprotegido frente a las importaciones de alimentos, trayendo la ruina de varios cultivos  y de bastos sectores sociales del campo. En segundo lugar, el  Gobierno de Santos mientras incluye un capítulo sobre desarrollo rural en los acuerdos de la Habana para favorecer a los campesinos y restituirles sus tierras,  por otro, pese a  oposición de varias organizaciones de derechos humanos, el Polo Democrático y la Alianza Verde, sancionó la Ley 1776 de 2016, el pasado 29 de enero, que crea las zonas de interés de desarrollo rural, económico y social (zidres), piedra angular del modelo monopólico agroindustrial que priva de sus derechos a los campesinos.  
Según la Ley, el Estado puede arrendar o concesionar tierras baldías a quienes presenten proyectos agroindustriales viables que garanticen la producción en zonas que requieren altas inversiones de capital. El subterfugio está en la palabra “arrendar”, pues en la teoría los campesinos no pierden la propiedad de la tierra pero en la práctica pierden sus derechos. La  Ley modifica el régimen de baldíos usando la estrategia del ocultamiento. De acuerdo con la Constitución y la Ley 160 de 1994 los baldíos nacionales deben entregarse a los campesinos y trabajadores rurales sin tierra en extensiones no mayores a una Unidad Agrícola Familiar, UAF.
Como dijo el senador Jorge Enrique Robledo a El Espectador:
“El truco es que el Gobierno no escritura, pero se entrega en concesión a 30, 40, 60 años”, dado que los proyectos agrodindustriales requieren largos plazos para que sean rentables. Si esa es la manera en que la administración Santos cree que debe organizarse el agro, habrá que discutirlo, pero no es un debate que pueda evadirse. Estas tierras se van a otorgar por tiempos considerables a compañías que tengan músculo financiero para administrarlas, y eso está lejos de ser el objetivo original de la adjudicación de baldíos”.
A los propietarios y/o tenedores dentro de una zidres les dirán cómo usar y explotar sus propiedades y no podrán opinar sobre  si las condiciones les resulta o no convenientes pues  los propietarios de un terreno que deba ser utilizado en un proyecto deberán asociarse o entregar su bien.
La demanda contra la ley presentada por  congresistas del Polo y Alianza Verde dice que: “Los empresarios obtienen mayores beneficios y asumen menos riesgos, mientras que los campesinos pierden autonomía frente al manejo de la tierra, del proyecto productivo, de los incentivos públicos y además pierden su autonomía como sujeto campesino”.
Las zidres tienen varios elementos en común con las distintas modalidades de concesión que existen en el mundo para acumular tierras. Estas Zonas no son una invención criolla, son un eslabón más de la cadena que comprende el modelo internacional de concesión y acaparamiento conocido como Land grabbing, asegura Oxfam.
Este proyecto es el sexto intento del gobierno de Santos para legalizar las ilegalidades cometidas por los clientes del bufete de abogados del ex embajador Urrutia y otros magnates como Cargill, la transnacional agrícola más grande del mundo, Pacific Rubiales, entre otros, quienes han acumulado ilegalmente predios que originalmente fueron baldíos.
El senador polista anotó en un debate en el Congreso que el Polo siempre ha defendido un modelo de producción agrícola dual, donde quepan campesinos y empresarios y que el debate en contra del proyecto Urrutia-Zidres no es un debate en contra del desarrollo de la Altillanura, ni en contra de la producción empresarial, sino en contra de un proyecto particular que despoja a los campesinos de sus derechos y profundiza un pésimo modelo agrario.

La agricultura desaparece paulatinamente de la economía nacional, aseguró  Oscar Gutiérrez, residente de Dignidad Agropecuaria.
“Unas cifras ilustran lo dicho. La agricultura como porcentaje del PIB representaba en el año 1990 el 17.7%, en 2013, representa el 6.1% del PIB. En el empleo, la agricultura representaba en 1990 el 26%, en 2013 representa el 16.9. Las exportaciones agroalimentarias como porcentaje de las exportaciones representaban, en 1990 el 37.6% de las exportaciones totales, en 2013 representa -escasamente- el 11.4%. Y, en el balance de las exportaciones agroalimentarias, lo que tenemos es que en 1990 era de 2 mil 400 millones de dólares a favor de Colombia y, en 2013, es de solo 500 de millones de dólares”. Esos son los resultados de la política agraria oficial.
Testimonios de la gravedad de la crisis agropecuaria fueron el Paro Cívico Cafetero Nacional de 2012 y el Paro Nacional Agropecuario de 2013.
La desaparición del agro nacional no es un tema de poca monta, ya que no sólo afecta a 12 millones de colombianos que derivan su sustento del sector, sino que constriñe la autonomía del país que se ve obligado a depender de otras naciones para alimentar a su población.
Frente a esta situación, Dignidad Agropecuaria Colombiana y otras organizaciones agrarias están promoviendo un Referendo por el Agro Nacional, con el que buscan incorporar en la Constitución Política de Colombia un mandato directo que obligue al Estado a defender la soberanía alimentaria –mediante la protección y el fomento de la pequeña, mediana y gran producción nacional agropecuaria, de la biodiversidad agrícola y el trabajo que de ellas se desprende – frente a los acuerdos comerciales internacionales (TLC) y el capital extranjero presente en el país. En particular, el Referendo busca modificar los artículos 64, 65, 66 y 100 de la Constitución Nacional, así como renegociar – o terminar unilateralmente, si fuera necesario – los TLC, con base en el nuevo mandato constitucional, fortalecer la producción agraria nacional, promoviendo el acceso a la capacitación técnica, al crédito agrario de fomento, sin esquemas comerciales a insumos y fertilizantes, y un precio justo y una producción con precios de sustentación, seguros de cosecha y fortalecimiento del mercado interno.
Coletilla:
En un país donde la concentración de la tierra y el despojo de los campesinos de sus parcelas es secular, el fallo de la Corte Constitucional a favor de la comunidad campesina que disputa las tierras de  la empresa de palma africana La Dolce Vista Estate de Germán Efromovich, en el sur de Cesar es histórico.
La Sala Plena concedió una tutela a favor de la Asociación Colombiana Horizonte de Población Desplazada (Asocol), determinando que las casi 2.000 hectáreas de la hacienda Bellacruz, de propiedad del presidente de Avianca Germán Efromovich, son terrenos baldíos de la Nación que deben ser devueltos a los campesinos que hace 19 años habían sido desplazados de sus tierras por paramilitares.  La Corte amparó los derechos al debido proceso, a la vida, trabajo y vivienda en condiciones dignas poniendo fin a dos décadas de litigios y confrontación. Quedaron sin efecto las resoluciones del Incoder que en 2015 le habían quitado el carácter de baldíos a los terrenos que conforman la hacienda hoy conocida como La Gloria.



sábado, 14 de mayo de 2016

El arte contemporáneo: negación del arte o decadencia


 
El siglo XXI se ha caracterizado por el surgimiento de una enorme industria globalizada en torno al arte, con estrechos nexos con el mundo financiero, conexiones con galerías de nuevo tipo que ahora incluyen los países emergentes y no sólo Europa y Estados Unidos y que se encargan de promover un sin fin de artistas también de nuevo tipo, que facturan millones de dólares.  También hacen parte las bienales que pasaron de alrededor de diez a doscientas, la mayoría de ellas establecidas como promoción de ciudades. 

Normalmente los artistas que quieren surgir exponen primero en una galería antes de pasar a un museo o salón. Tanto los coleccionistas como los artistas y las back offices de las galerías se valen de Internet para mantenerse al tanto de cuándo comprar la obra de un artista y por cuánto lo cual ha subido la competencia entre artistas internacionales ante los ávidos coleccionistas que viajan de un lugar a otro en sus aviones privados. Las casas de subastas como Sotheby’s  y Christie’s y los marchantes de arte también juegan un papel importante sosteniendo los absurdos precios del arte contemporáneo.
 La galería que se impuso es la de comisión y funciona ahora de manera internacionalizada para cubrir varios mercados a la vez para lo que se han conformado redes de galerías. Lo museos públicos no se distinguen de los privados y se caracterizan ahora por ofrecer cada vez más exposiciones temporales que dependen del marketing y del branding y no tanto de exhibir una colección de arte significativa, preparada por expertos. Todo gira en torno a un mercado sin control y a la especulación tanto sobre el valor monetario como artístico de una multitud de artistas y sus obras. El arte se ha comercializado como nunca antes y ha creado burbujas como cualquier otra mercancía. Véase laburbuja del arte contemporáneo en youtube.


Con la globalización la concepción de arte cambia tan radicalmente que podría considerarse un no arte. Hoy predominan los objetos ready-made, el arte “VIP” -video, instalación, performance (ejecución o actuación)- y el viejo y válido criterio según el cual una obra de arte debería tener una factura y calidad estética se ha ido diluyendo en una serie de creencias muy arraigadas hoy día pero también cuestionables.


El arte ha tenido significados tan diversos según el contexto histórico que es imposible tener una definición única, no obstante todo arte tiene un antecedente. El de hoy tiene raíces en las vanguardias artísticas del siglo XX y en los objetos ready-made de Marcel Duchamp, quien se alejó abruptamente de la pintura para presentar objetos de uso cotidiano, extraídos de su contexto original, a los que les realizaba una modificación mínima para presentarlos como arte, como es el caso del orinal, convertido en fuente y por arte de magia en arte. Con esta transformación Duchamp cambió la aproximación al arte sustancialmente de manera que son las ideas sobre el arte lo que importa y no la obra misma. Es así como se pasó del arte retinal, el que vemos y apreciamos, a un arte conceptual, donde lo que valoramos es lo que se dice o interpretamos de la obra y no tanto la obra en sí. Es el comienzo de la decadencia, para muchos.



La crítica de arte mexicana, Avelina Lésper,  formula en su libro El fraude del arte contemporáneo, publicado y lanzado por la Fundación Malpensante en Filbo de 2016, una serie de dogmas o postulados críticos que aunque provocadores y simples, ilustran bastante bien lo que se entiende por arte en la actualidad. Intentaré resumir las ideas principales.


En primer lugar, está el dogma del concepto donde lo que importa no es el objeto sino la transubstanciación del mismo como ocurrió con el urinario de Duchamp. Dice Avelina que:

“Las obras, al carecer de un valor estético que las justifique como arte, necesitan que se les adjudique un valor filosófico, derivado por lo general de que en todas las obras hay una intención del artista y esta es buena en el sentido moral”.


Lo que pesa en la obra no es su estética sino como dice Joseph Kosuth, uno de los artistas más importantes en el desarrollo del movimiento conceptual, “el peso de la idea en la constitución de la obra”. El acto creativo radica en la elaboración de un comentario crítico sobre qué es arte, más que en la construcción de una pieza, aunque ésta se requiera para comunicarlo. Así, los valores de la obra, prácticamente no se pueden apreciar estéticamente sino más bien de una manera intelectual o moral y de la interpretación que le pueda dar el público. Dice Avelina que “Al convertirse el arte en especulación retórica y teoría, al reducirlo a una construcción discursiva, el artista deja su lugar de creador para entregárselo al teórico, al curador. (…) Lo importante es quién la dirige, quién la teoriza y que estas teorías sean la estructura de la obra”.


En segundo lugar, el arte contemporáneo depende en muchos casos de su contexto o sea de la galería o el museo donde se exhibe para poder existir a los ojos del público como arte. Las obras contemporáneas no pueden verse sino en el museo, los objetos que allí se muestran no tienen sentido en otro lugar.


En tercer lugar, el artista ya no importa: “si el artista es el creador del arte y el arte ya no requiere de creación, entonces tampoco requiere del artista”. Es decir que en el mundo del arte contemporáneo cualquiera puede ser artista, ya que no hay realmente creación. En efecto, apenas se necesita un poco de ingenio para hacer un ready-made, un performance o una instalación o como suele ocurrir con artistas hoy mundialmente famosos, lo que prima es la copia sin original y la manufactura en una fábrica.


Algunos artistas son un verdadero fraude. El nuevo artista del tipo de Jeff Koons, quien antes de ser artista fue corredor de bolsa en Wall Street, son más importantes sus habilidades de marketing que su talento creativo, ya que no hacen sus obras sino que las mandan hacer y al por mayor ya que son en su mayoría objetos publicitarios. Ocurre lo mismo Richard Prince que se vale de la copia como es el aprovechamiento de los selfies de Instagram para construir su obra. Takashi Murakami, cuya obra se basa en el comic y los dibujos animados, ha desarrollado su trabajo a través de una empresa llamada Kakai Kiki, que cuenta con más de cien empleados en Tokio, Saitama y Nueva York. Damien Hirst,  con su extravagante obra de  cuadros gigantes de esferas, animales conservados en formol y cuadros de mariposas se  ha convertido en uno de los más caros y más conrovertidos pues ayudó a inflar la burbuja del arte contemporáneo que reventó a finales de 2008. 




En cuarto lugar, la formación del artista en cuanto pintores, dibujantes, escultores o grabadores hasta dominar una técnica y perfeccionar un talento ya no es lo primordial sino más bien desarrollar la habilidad para la “conceptualización de la obra”. Hoy día basta que el artista designe algo como arte para que lo sea. No obstante, asegura Avelina Lésper, “La conceptualización y los discursos retóricos no producen arte como tampoco mandar a hacer las obras nos hace artistas”. La calidad estética de la obra y el talento para desarrollar una técnica se convierten en cuestiones secundarias. El arte debe trascender y  transformar la realidad.


Finalmente, algunas obras contemporáneas son contestatarias, políticamente correctas y llevan un mensaje social o feminista, las cuales gozan incluso del apoyo del mercado y las instituciones, pero nuevamente carecen de un valor estético y pueden a la vista ser ofensivas o simplemente desagradar. Como dice Lésper, “Es el caso de las mujeres que explotan el eslogan de la libertad femenina también enarbolan el de la libertad artística (…) Los mensajes contradiciendo las ideas de libertad que ensalzan, se codifican y se acotan. El cuerpo, la maternidad, la violencia de género, la casa, la familia, los roles de las mujeres, las relaciones amorosas”. Basta observar los performances de Lorena Wolffer sobre las mujeres maltratadas, o los frascos de limpiadores de Eulalia Valldosera o los utensilios de cocina y la ropa lavada de Jessica Stockholder.




La negación de la estética y la factura es muy conveniente para el mercado del arte, pues así es muy fácil inflar en el mercado una obra que no tiene mayor valor artístico al punto que se desee y cómo se desee. Ya depende de sofisticadas estrategias de marketing y de la suerte. El viejo criterio de la unidad de forma y contenido para juzgar una obra según el cual la técnica y el diseño que definen el estilo son la forma y el tema es el contenido, se fue a pique hace mucho tiempo. Reconocer una obra maestra del arte contemporáneo o a un genio,  se convierte en algo incierto, difícil y relativo. Los artistas más cotizados  por sus ventas no necesariamente son los mejores.


viernes, 6 de mayo de 2016

Global gay



Frédéric Martel, el escritor y periodista francés conocido por su célebre ensayo Cultura Mainstream, pasó cinco años viajando por el mundo para conocer de primera mano la idiosincrasia de la cultura gay en cada lugar y poder escribir Global gay: cómo la revolución gay está cambiando el mundo, publicado en 2013. Describe desde China a Estados Unidos, de lo mainstream a lo underground, de la resistencia contra la represión en China, Cuba o Irán al activismo a favor del matrimonio de parejas del mismo sexo en Estados Unidos y en Europa e incluso América Latina.



La revolución gay es un asunto reciente. Fue tan sólo en 1990 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales y apenas en 1989 Dinamarca reconoce por primera vez las uniones civiles entre parejas del mismo sexo siguiéndole poco después el resto de países nórdicos.



La hipótesis principal del libro es que la cuestión gay y sus reivindicaciones es un signo de la globalización: en todas partes proliferan los orgullos gays y se izan banderas rainbow como un fenómeno globalizado pero también territorializado y con características nacionales, de manera que la diversidad LGBT en el terreno cultural es infinita:

“Las line dances de los bares gays de cowboys en Chicago; las veladas gays de tango en Buenos Aires y de samba en Río: las “habitaciones” gays en Cuba; los equipos gays de Dragon Boating en Singapur: los karaokes, los snacks y los love hotels gays en Tokio; los transexuales operados legalmente en Irán o la militancia homosexual árabe que reivindica la obra del poeta musulmán Abu-Nuwàs atestiguan, como veremos, una diversidad increíble”, anuncia Martel en el prólogo del libro.



La causa gay se ha aprovechado de la revolución digital, Internet y las redes sociales, aparece en series de televisión en todo el mundo y en el cine. Es también un fenómeno cultural y de mercadeo muy interesante que vende millones y marca tendencias y modas. Al convertirse en cool y al estar conectados, los gays hacen oir su voz; sus negocios pasan del gueto al hip, su cultura se torna mainstream y los gays se vuelven trend setters o influenciadores.



Martel recorrió barrios gay en todo el mundo de distinto tipo muchos de los cuales son populares dentro de los heterosexuales y muy glamurosos y cool: “el village, el cluster (agrupamiento), el strip (a lado y lado de una avenida), la colonia, el barrio alternativo y el sprawl (dispersión). “Cuanto más gay friendly es una ciudad, más se disgrega la vida gay y se disuelve en el tejido urbano; cuanto más frágil es la tolerancia, más tiende la vida gay a agruparse en villages y clusters”, asegura.



La nueva tesis es que la cuestión gay avanza ya no como un derecho específico sino como un derecho integral tal y como figura en la Declaración de Derechos Humanos aplicado a las personas LGBT. Como lo dijo Hillary Clinton “Gay rights are human rights, and human rights are gay rights”. Esta es la consigna del momento. En diciembre de 2008 una declaración o joint statement fue leída ante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos y la orientación sexual y la identidad de género que recibió el apoyo de 66 países pero al mismo tiempo surgió una declaración anti-gay suscrita por 59 países encabezados por Siria, que incluye al Vaticano y China. Por otra parte, 68 países se abstuvieron y se declararon neutros.



La revolución gay ha permitido pasar de la criminalización de la homosexualidad, a la condena abierta de la homofobia en muchos países. Pero a pesar de los grandes avances, especialmente en el foro de las Naciones Unidas, todavía hay discriminación y culturas hostiles a la causa gay. Según Martel, existen dos tipos de homofobias: la “homofobia fría”, que se esconde detrás de algunos valores, de un exacerbado afán de soberanía nacional y de antiglobalización, como se puede ver en Rusia, China y Europa del Este, entre otros países, y la otra forma llamada “caliente”, que tiene un sentido religioso y está presente en los países árabes, en Irán y en algunos países de África. Todavía hay ocho países con pena de muerte para los homosexuales: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Mauritania, Sudán del Norte y Yemen y en África casi 40 países tienen leyes que prohiben las relaciones homosexuales consentidas.



De cualquier forma cada vez es más difícil ser abiertamente homófobo y la causa gay ha ganado mucho terreno y es hoy por hoy un fenómeno global. En Colombia se acaba de aprobar la unión civil entre parejas del mismo sexo, marcando un hito. No obstante el debate sigue siendo muy polarizado, y existen voces ultraconservadoras y de carácter religioso que han condenado este gran paso.