Frédéric Martel, el escritor y
periodista francés conocido por su célebre ensayo Cultura
Mainstream, pasó cinco años viajando por el mundo para conocer
de primera mano la idiosincrasia de la cultura gay en cada lugar y
poder escribir Global gay: cómo la revolución gay está
cambiando el mundo, publicado en 2013.
Describe desde China a Estados Unidos, de lo mainstream a
lo underground, de la resistencia contra la represión en
China, Cuba o Irán al activismo a favor del matrimonio de parejas
del mismo sexo en Estados Unidos y en Europa e incluso América
Latina.
La revolución gay es un asunto
reciente. Fue tan sólo en 1990 que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades
mentales y apenas en 1989 Dinamarca reconoce por primera vez las
uniones civiles entre parejas del mismo sexo siguiéndole poco
después el resto de países nórdicos.
La hipótesis principal del libro es
que la cuestión gay y sus reivindicaciones es un signo de la
globalización: en todas partes proliferan los orgullos gays y se
izan banderas rainbow como un fenómeno globalizado pero
también territorializado y con características nacionales, de
manera que la diversidad LGBT en el terreno cultural es infinita:
“Las line dances de los bares
gays de cowboys en Chicago; las veladas gays de tango en Buenos
Aires y de samba en Río: las “habitaciones” gays en Cuba; los
equipos gays de Dragon Boating
en Singapur: los karaokes, los snacks y los love hotels
gays en Tokio; los transexuales operados legalmente en Irán o la
militancia homosexual árabe que reivindica la obra del poeta
musulmán Abu-Nuwàs atestiguan, como veremos, una diversidad
increíble”, anuncia Martel en el prólogo del libro.
La causa gay se ha aprovechado de la
revolución digital, Internet y las redes sociales, aparece en series
de televisión en todo el mundo y en el cine. Es también un fenómeno
cultural y de mercadeo muy interesante que vende millones y marca
tendencias y modas. Al convertirse en cool y al estar
conectados, los gays hacen oir su voz; sus negocios pasan del gueto
al hip, su cultura se torna mainstream y los
gays se vuelven trend setters
o influenciadores.
Martel recorrió barrios gay en todo
el mundo de distinto tipo muchos de los cuales son populares dentro
de los heterosexuales y muy glamurosos y cool: “el village,
el cluster (agrupamiento), el strip (a lado y lado de
una avenida), la colonia, el barrio alternativo y el sprawl
(dispersión). “Cuanto más gay friendly es una ciudad, más
se disgrega la vida gay y se disuelve en el tejido urbano; cuanto más
frágil es la tolerancia, más tiende la vida gay a agruparse en
villages y clusters”, asegura.
La nueva tesis es que la cuestión gay
avanza ya no como un derecho específico sino como un derecho
integral tal y como figura en la Declaración de Derechos Humanos
aplicado a las personas LGBT. Como lo dijo Hillary Clinton “Gay
rights are human rights, and human rights are gay rights”. Esta
es la consigna del momento. En diciembre de 2008 una declaración o
joint statement fue leída
ante la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre
los Derechos Humanos y la orientación sexual y la identidad de
género que recibió el apoyo de 66 países pero al mismo tiempo
surgió una declaración anti-gay suscrita por 59 países
encabezados por Siria, que incluye al Vaticano y China. Por otra
parte, 68 países se abstuvieron y se declararon neutros.
La revolución gay ha permitido pasar
de la criminalización de la homosexualidad, a la condena abierta de
la homofobia en muchos países. Pero a pesar de los grandes avances,
especialmente en el foro de las Naciones Unidas, todavía hay
discriminación y culturas hostiles a la causa gay. Según Martel,
existen dos tipos de homofobias: la “homofobia fría”, que se
esconde detrás de algunos valores, de un exacerbado afán de
soberanía nacional y de antiglobalización, como se puede ver en
Rusia, China y Europa del Este, entre otros países, y la otra forma
llamada “caliente”, que tiene un sentido religioso y está
presente en los países árabes, en Irán y en algunos países de
África. Todavía hay ocho países con pena de muerte para los
homosexuales: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán,
Mauritania, Sudán del Norte y Yemen y en África casi 40 países
tienen leyes que prohiben las relaciones homosexuales consentidas.
De cualquier forma cada vez es más difícil
ser abiertamente homófobo y la causa gay ha ganado mucho terreno y
es hoy por hoy un fenómeno global. En Colombia se acaba de aprobar
la unión civil entre parejas del mismo sexo, marcando un hito. No
obstante el debate sigue siendo muy polarizado, y existen voces
ultraconservadoras y de carácter religioso que han condenado este
gran paso.
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