Los países
exportadores de materias primas enfrentan el fin de los altos
precios de los commodities y una desaceleración económica
mundial que ha implicado la reversión de los flujos de capital que
antes habían llegado a raudales. La inversión extranjera se había
dirigido en masa durante años a los mercados emergentes para
beneficiarse de su mayor ritmo de crecimiento, pero al estancarse
China, Rusia y otros países emergentes frente a Estados Unidos y
Europa, el dinero salió en dirección opuesta. Así lo confirma el
FMI en un estudio sobre las perspectivas de la economía mundial.
La Reserva Federal estadounidense elevó en diciembre de 2015 su
tasa de referencia en un cuarto de punto, su primer movimiento en
siete años, lo cual también contribuyó a la volatilidad
financiera global.
La globalización
funciona así: impulsa burbujas que luego revientan con nefastas
consecuencias sociales y económicas, gracias al libre flujo de
capitales de la ortodoxia neoliberal. Con diferentes matices y
tiempos de implementación, la mayor parte de los países emergentes
y en desarrollo avanzó hacia procesos de privatización de empresas
públicas, apertura comercial, liberalización de los flujos
financieros, y en la especialización en la producción y
exportación de commodities, a
partir de lo cual se produjo una importante afluencia de
capitales por un tiempo creando una falsa idea de bienestar y
crecimiento sostenido.
Es así como
América Latina creó una fuerte dependencia económica en los
últimos 30 años de la exportación de energía, metales, productos
agropecuarios y otros commodities. Con la caída en un 60% de
los precios del petróleo desde mediados de 2014, el modelo de
crecimiento basado en este tipo de exportaciones ha demostrado sus
límites y ahora las economías enfrentan dificultades y la inversión
extranjera empieza a retroceder. En efecto, el crecimiento
económico de América Latina en 2016 va a ser nulo, según afirma el
Banco Mundial (BM) en su informe de Perspectivas Económicas
Mundiales.
Como explicación
el Banco Mundial menciona: en primer lugar, la debilidad del
crecimiento mundial, que ha repercutido en los flujos comerciales de
la zona y, en segundo, por la fortaleza del dólar y la anticipación
de la subida de las tasas de interés en Estados Unidos. En efecto,
los saldos de cuenta corriente de los exportadores de materias primas
se han deteriorado y, dada la salida neta de capitales de muchas
economías dependientes de materias primas, los países se han visto
obligados bien a utilizar sus reservas internacionales, o bien a
recortar las importaciones y a mantener un ritmo sostenido de
depreciación de sus monedas frente al dólar.
Dice el premio
Nobel Joseph Stiglitz en un artículo publicado en El Espectador que: “Durante el período 2009-2014, los países en
desarrollo recibieron colectivamente una entrada neta de capital de
US$2,2 millones de millones, en parte debido a la flexibilización
cuantitativa en las economías avanzadas, que empujó a sus tasas de
interés a situarse cerca de cero”. Y agrega “Sin embargo, los
flujos de capital ahora se están revirtiendo, tornándose negativos
por primera vez desde 2006 y superando, en 2015, un nivel de salidas
netas desde los países en desarrollo del orden de los US$600 mil
millones –más de una cuarta parte de las flujos de entrada que
recibieron durante los seis años anteriores”.
Stiglitz señala
que:
“Las salidas de capital afectarán negativamente los precios
de sus acciones, empujarán hacia arriba sus ratios deuda-capital, aumentarán la probabilidad de moratorias. El problema es
especialmente grave en los países en desarrollo exportadores de
materias primas, donde las empresas se endeudaron extensivamente,
esperando que los altos precios de las materias primas persistieran”
En abril el Fondo
Monetario Internacional, rebajó por cuarta vez en el año sus
previsiones de crecimiento de la economía mundial a 3,2%, por el
desaceleramiento de la economía China y los bajos precios de las
materias primas. Hay que recordar que China se convirtió en el
mayor consumidor de materias primas del mundo, acaparando el 60% de
la producción mundial de hierro, el 42% de la de níquel, el 30% de
la de soya, el 23% de la de maíz y en torno a un 11% de la
producción a mundial de petróleo. China dejó de consumir, frenó
de manera abrupta la importación de commodities y América
Latina se estremeció, sus monedas cayeron y sus economías se
debilitaron, es por ello que varias agencias calificadoras e
instituciones como la Cepal o el Banco Mundial, ahora aconsejan el
cambio de modelos económicos netamente apoyados en las materias
primas a modelos de economías mixtas más fortalecidos ante las idas
y venidas de los mercados y se habla de controles de capital
selectivos. Esto resulta irónico puesto que fueron las Instituciones
Financieras Internacionales las que impulsaron las reformas
estructurales neoliberales que condujeron a este desastre.
Pero la caída de
la bolsa china y el recorte del crecimiento del PIB del país, puso
de manifiesto que el nerviosismo de los mercados está para quedarse.
La ONU enumera 29 economías que probablemente se verán gravemente
afectadas por la desaceleración de China. Lo que estamos viendo es
la implosión de las burbujas que se hincharon como parte de los
excesos financieros sin precedente en el período de la euforia y el
descontrol.
Sin un cambio de
tendencia en los motores fundamentales del crecimiento, el cual
requeriría reformas estructurales significativas, los mercados
emergentes seguirán vulnerables a choques externos, particularmente
a una repentina fortaleza del dólar si la Reserva Federal eleva sus
tasas de interés más rápido de lo que los mercados lo tienen
contemplado.
Desde el punto
de vista de la distribución del ingreso, es evidente su
carácter regresivo de la fuga de capitales. Ello se debe a
que ella refuerza el desequilibrio externo, obligando al Estado a
intensificar la presión fiscal sobre los sectores menos afectados de
la economía para poder atender los servicios de la deuda.
Asimismo, la fuga de capitales resta recursos que hubiesen podido
contribuir a incrementar los niveles de inversión de la economía y
reforzar el crecimiento.