Historias de la realidad o la realidad de las historias

domingo, 27 de marzo de 2016

La paz territorial



La conversaciones en la Habana no llegaron a puerto el pasado 23 de marzo como había prometido el presidente Santos. Falta por acordar nada menos que el meollo del asunto: el fin del conflicto y el desarme, lo cual requiere de unas zonas de concentración y unas reglas de juego para que las FARC progresivamente se integren a la vida civil. Sin su desarme no puede haber paz. Pero el mismo gobierno, en cabeza del alto comisionado para la paz, Sergio Jaramillo, ha aclarado que la paz es lo que viene después de la firma de los acuerdos con la construcción de la paz territorial para que por  fin haya “una paz duradera y estable”.  Es decir,  no basta con que se acuerde el fin del conflicto, una realidad no suficientemente asimilada ni por la dirigencia política ni por el país. 

En el Foro organizado por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y la Revista Semana: ¿Cómo construir la paz en los territorios?, que se realizó el pasado 29 de febrero el Hotel Tequendama, se ventiló el tema aunque todavía de una manera especulativa: la paz territorial es por lo pronto un concepto interesante y una apuesta con retos enormes.

Es interesante porque se reconoce oficialmente que  el escenario natural de la reconciliación nacional es esa Colombia olvidada y abandonada secularmente por el Estado donde se ha vivido el conflicto armado de manera más directa y donde la inequidad, el desempleo, el atraso y  la pobreza son apabullantes. La paz requiere de justicia social  en las regiones. Y no estoy diciendo con ello que el alzamiento armado se justifique por cuenta de las carencias y la pobreza. Creo que este obedeció a una decisión política de las FARC y su regreso a la vida civil también depende de una decisión política, una decisión aupada no por una derrota o victoria militar sino por la realidad: la vía armada nunca fue acompañada por las mayorías y el repudio a su vinculación con el narcotráfico y a su recurso a  métodos criminales como el secuestro y la extorsión por más de 50 años es unánime. La paz es uno de los pocos consensos nacionales. El cómo es lo que ha generado polarización y desencuentros mas sin embargo la llamada solución política del conflicto armado ha  avanzado como nunca antes.

La paz territorial enfrenta enormes retos comenzando por el gran escepticismo de las poblaciones afectadas. En el Urabá, el Catatumbo, el Pacífico,  el Norte del Cauca, el Sur de Bolívar, para nombrar algunas regiones,  sus pobladores dicen que “que la paz no es para nosotros” y tampoco creen en el Estado ni en los acuerdos, lo cual no es noticia.  Cómo construir confianza fue el tema de uno de los paneles del foro. 

Sergio Jaramillo admitió que se necesita una nueva institucionalidad, ya que el viejo modelo según el cual “vamos a llevar el Estado a los territorios fracasó” como ha fracasado el clientelismo y  los métodos corruptos que le acompañan. Se habló de la necesidad reconsiderar la descentralización y de poner en marcha la planificación participativa o planeación con enfoque territorial.  Sin embargo, el ministro Cárdenas, cuando habló de  equidad territorial y de un presupuesto más descentralizado, puso como ejemplo e hizo alarde de unas supuestas bondades de la nueva ley de regalías, y no se comprometió con monto alguno para el postconflicto y no se sabe de dónde van a salir los recursos en medio de una crisis fiscal descomunal.  Una fatalidad, puesto que los representantes de la comunidades y las regiones, más allá de las capitales y de las cabeceras municipales, sí dijeron que la paz son obras y no buenas razones:  carreteras para sacar las cosechas, hospitales dignos, educación gratuita, empleo, salud, etc.  Sin recursos suficientes  avizoro un incremento de la protesta social e igualmente si no se cambia el modelo de desarrollo, cuestión que no se negoció en la Habana y que tampoco se trató en el foro. 

Los acuerdos en materia social no son “la revolución por contrato”, pero sí incluyen medidas ambiciosas en materia de desarrollo rural: se acuerda una reforma rural integral para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del campo, eliminar la pobreza, reactivar la economía campesina, cerrar la frontera agrícola, conservar el medio ambiente y crear zonas de seguridad alimentaria. La reforma  contiene tres aspectos principales: 1) Acceso y uso de la tierra: se crea un fondo para distribuir tierras principalmente a las mujeres y a los desplazados de la violencia pero también a los campesinos sin tierra.  Se rescatan tierras usurpadas por el narcotráfico. 2) Planes Nacionales Sectoriales para las zonas más abandonas en una transición de diez años: infraestructura, electrificación, riego y drenaje, asistencia técnica, seguridad alimentaria, educación, vivienda rural y salud. 3) Programas de desarrollo con enfoque territorial: en zonas más rezagadas  y afectadas por el conflicto donde se debe propiciar la reconciliación y la no repetición. Se priorizarán unos municipios bajo estos criterios. También se acordó un programa de sustitución de cultivos ilícitos y no criminalizar a los cultivadores, sin embargo, estos acuerdos poco han sido divulgados y en el foro no se mencionaron. 

Otro aspecto que ahora reconoce el Gobierno por boca del  alto comisionado, es que lo que más quiere hoy la gente es voz: que se le escuche y se le reconozca o dicho de  otra manera, participación en las decisiones que les afecta. Pero, ¿cómo encausar el conflicto y el descontento por unos canales institucionales? La pregunta se la plantea el Gobierno mas sinembargo la respuesta no es clara ni fácil. En cuanto a participación, extrañamente, ni  siquiera se mencionó la nueva Ley Estatutaria de Participación (1757 de 2015) que propone la creación  de un sistema nacional de participación, que puede contribuir a coordinar y ordenar un poco las muchas instancias creadas por ley pero inoperantes. 

Pero quizás el reto más delicado tiene que ver con las garantías de seguridad tanto para los que se van a desmovilizar como para los líderes sociales. La revista Semana denunció el aumento reciente de los asesinatos de líderes  y el crecimiento del paramilitarismo y de las bandas criminales.  

Los partidos políticos tradicionales fueron duramente criticados y en especial el padre Francisco de Roux pidió que no les entreguen los recursos de la paz. La izquierda democrática tiene un compromiso con las negociaciones de paz mas no por ello va a dejar de hacer oposición, a fin de cuentas esa es su razón de ser. Uno de los puntos del acuerdo es la legitimidad de la protesta social, vamos a ver si es cierto, vamos a ver cómo evolucionan las veinticuatro mesas de concertación con el Gobierno.  

El Estado colombiano no lo puede todo, es más puede muy poquito.   

domingo, 20 de marzo de 2016

La Séptima peatonal: una vitrina de Colombia



Tomé las fotos de la imagen de la portada del blog caminando por la Séptima peatonal un domingo durante la administración de Gustavo Petro. En tanto las bicicletas ocupan la calle, las aceras están tapizadas por una inverosímil variedad de ventas callejeras o simplemente ocupadas por los pobres, indigentes y desplazados venidos de todos los parajes de la geografía nacional que salen al rebusque. Sí, es la oportunidad de devengar unos centavos de unos transeúntes que salen a distraerse casi tan pobres como ellos mismos porque la Bogotá rica, después de la calle 26, ya no circula por la Séptima en sus carros y mucho menos se arriesga a pasear por lo que el burgomaestre Petro soñó que fuera un bulevar peatonal a lo parisino, ocupado por cafeterías con sus mesitas apostadas en las aceras y por prósperos negocios y recorrida por turistas.



La Séptima peatonal en cambio se convirtió en una vitrina de Colombia. Allí apreciamos a la indígena desplazada que vende collares de chaquiras, al negro del pacífico que vende chontaduros, cocos o mangos, al improvisado músico o bailarín, pero también a unos todavía más pobres que tiran sobre una manta una gran variedad de objetos usados y desechados a manera de un paupérrimo mercado de las pulgas. Los indigentes están recostados contra las paredes de los establecimientos siempre adormilados o drogados. El microtráfico es latente y visible en algunos sitios. También están allí: los jugadores de ajedrez, los retratistas, las ventas en el piso de Cds y de libros usados, un sin fin de artesanos de joyas montadas con alambre de cobre y piedras semipreciosas, ventas de contrabando made in China, para mencionar tan solo algunas de las actividades más comunes.




He regresado en la actual administración de Enrique Peñalosa y el panorama ha variado un poco pues nuevamente, el alcalde ha decidido recuperar ese espacio público – ya desalojó 300 vendedores de la calle 72- ahora ocupado por unas personas que reflejan la cruda realidad social del país. Las disculpas son muchas: que el espacio público es de todos, que los vendedores de comida no cumplen con las debidas medidas de higiene, que “afean” la ciudad dicen otros. Y sí, las hordas de pobres que invaden cada rincón del centro capitalino porque no encuentran más alternativas constituyen una realidad “fea”, fea moralmente porque nos dice que el país no va bien.



Según las cifras oficiales del DANE la pobreza ha venido disminuyendo desde 2002, pero advertí que se estancó en 2013 en la capital donde empieza aumentar nuevamente lo mismo que la informalidad del empleo que llegó al 44.35% en 2015. Esto como un reflejo de la desaceleración de la economía colombiana. En la actualidad hay unos 13 millones de pobres en el país y unos 3.7 millones de pobres extremos, es decir que sumados alcanzan aproximadamente 35% de la población total, o una tercera parte, que no es cualquier bobada. Un pobre urbano debe sobrevivir con $239.205 pesos mensuales y un indigente con $102.216. ¿Qué esperanzas hay de salir de la postración con estos ingresos bajo los cuales se mide monetariamente la pobreza y la pobreza extrema?



El Instituto para la Economía Social del Distrito, IPES, dice que los vendedores informales son unos 42.000 entre los que se ubican en la Séptima y el 20 de Julio, pero podrían ser muchos más pues la mayoría no está organizada y por ende posiblemente no está censada. Las soluciones son apenas paliativos. Los que sacaron de la calle 72 piden en su mayoría quioscos, módulos en puntos comerciales, apoyo para la creación y formalización de Unidades Productivas de Emprendimiento y formación y capacitación para el trabajo. Estas son las alternativas que debe ofrecer el IPES pero ¿está en capacidad de atender a toda esta población? ¿qué hay de la indigencia? ¿de los desplazados?



Un país viable es uno con una economía saludable, que apoya el la producción nacional como principal fuente de trabajo, única capaz de acabar con la informalidad, el resto es paja. Entre tanto, es mejor verlos en las calles, pues si los sacan no desaparecen, se montan al Transmilenio a pedir, se esconden en alguna covacha en el sur de la ciudad, pero el problema sigue latente. Recuperar el espacio público no puede ser sinónimo de maquillaje de la pobreza. Entretanto seguiré caminando la Séptima, prefiero verlos para no olvidarme del país en que vivo.







sábado, 19 de marzo de 2016

El fin del poder en un mundo globalizado


¿Qué tienen en común el calentamiento global, las crisis financieras y las masacres en Siria? Que nadie tiene el poder de detenerlas. Según el libro de Moisés Naím  El Fin del Poder, el poder hoy es cada vez más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder.

El poder está cambiando de manos: de grandes ejércitos disciplinados a caóticas bandas de insurgentes; de gigantescas corporaciones a agiles emprendedores; de los palacios presidenciales a las plazas públicas. Pero también está cambiando en sí mismo: cada vez es más difícil de ejercer y más fácil de perder. El resultado, como afirma Moises Naim, es que los líderes actuales tienen menos poder que sus antecesores, y que el potencial para que ocurran cambios repentinos y radicales sea mayor que nunca. En El fin del poder, Naim describe la lucha entre los grandes actores antes dominantes y los nuevos micropoderes que ahora les desafían en todos los ámbitos de la actividad humana. La energía iconoclasta de los micropoderes puede derrocar dictadores, acabar con los monopolios y abrir nuevas e increíbles oportunidades, pero también puede conducir al caos y la parálisis. A partir de estudios nuevos y provocadores y de su experiencia en asuntos internacionales, Naim explica como el fin del poder está remodelando el mundo en que vivimos.


La sociedad del espectáculo y el fenómeno Trump



Donald Trump vende, esa ha sido siempre su razón de ser como empresario y ahora como político, lo dicen las encuestas que ahora lo sitúan como el más opcionado para convertirse en el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos. Le critican su estilo egocéntrico, desenfrenado y fanfarrón, sin embargo cautiva y de eso se trata, a fin de cuentas las campañas electorales, en especial las de Estados Unidos, son un espectáculo producto del marketing político, el story telling, los medios, las redes sociales y es allí donde se encuentra la zona de confort de un personaje como el multimillonario Trump.

Desde George W. Bush para acá, todos los presidentes de Estados Unidos saben que la realidad no importa, ni el programa o las ideas, solo la credibilidad de la historia que se transmite día a día, “the line of the day” de una manera cada vez más directa y visual. No es casual el astuto juego de palabras del slogan, el mensaje del clip, el gesto o la foto del candidato, todo está diseñado para vender la “marca” en que se han convertido los partidos y sus candidatos mediante un relato que apela a nuestros más profundas emociones. 
La historia que cuenta Trump con su slogan “¡make America great again!” y sus declaraciones xenófobas, intolerantes y ofensivas y su actitud de señalar a los otros como culpables de los descalabros del imperio buscan crear una contrarrealidad, un “mito colectivo constructivo”, llevando el marketing más allá del supermercado y las ventas, creando una nueva sociedad. La gente no quiere más información, quiere creer en usted, en sus metas, en su éxito, en la historia que cuenta. Y Trump está haciendo lo propio al apelar a los sentimientos de intolerancia de los inmigrantes legales, del conservador blanco de clase media, a la ambición del empresariado que busca condiciones cada vez más lucrativas, al descontento de quienes padecen el desempleo y consideran que Obama ha sido un fracaso en cuestión de empleo, inmigración y seguridad.

Y como afirma Antonio Caballero en su columna Trump & Co. de la Revista Semana: “Lo que ahora dice Donald Trump lo han pensado siempre, y a veces también lo han dicho, todos los presidentes de los Estados Unidos. Y, diciéndolo o callándolo, todos se han comportado en consecuencia con ese pensamiento”. http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-trump-co/433544-3http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-trump-co/433544-3. O acaso no es cierto que los gobiernos de Estados Unidos han sido y son racistas, belicosos, imperialistas, favorecedores del gran capital, que han despreciado el Sur etc, etc. 

Lo nuevo, quizás, es que Estados Unidos está siendo víctima de su propio invento: la globalización neoliberal con todas sus secuelas de pobreza y estancamiento que ahora afectan a una  clase media al borde de la desaparición. Paul Krugman, economista premio Nobel, resume así la situación: “los datos muestran una sociedad apremiada por la desesperanza… Algo terrible le sucede a la sociedad blanca estadounidense”. Y cuando una sociedad está acosada renacen las peores emociones y actitudes humanas.

Pero ¿sería conveniente su presidencia? Que Donald Trump se convierta en el próximo presidente de Estados Unidos es considerado uno de los 10 principales riesgos globales, según la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist. En su informe de abril, advierte que la llegada del magnate a la Casa Blanca podría quebrantar la economía global y aumentar los riesgos políticos y de seguridad de EE.UU. Analice usted.

jueves, 17 de marzo de 2016

Mitos y realidades de la vejez




Pasar de cierta edad, de los sesenta años más o menos, es considerado un verdadero descalabro por la sociedades occidentales. Hay una real obsesión por evitar el envejecimiento y alrededor de ello hay un lucrativo mercado de regímenes de salud, tratamientos de belleza, ejercicios y otras formas de enmascarar la edad. Se cree que envejecer es sinónimo de decaimiento físico y mental, marginalidad social y productiva. Y a las personas mayores, especialmente a las mujeres, se les trata con desdén.



El envejecimiento está rodeado de mitos. Lo prueban la multitud de personas que parecerían estar envejeciendo vitalmente, personas no excepcionales sino normales, que no solo mantienen un buen estado físico y mental sino que además desarrollan nuevas aptitudes psicosociales y capacidades por ejemplo para la estratagema, sagacidad, prudencia y sensatez, como lo evidencian algunos estudios realizados en personas que han vivido con familia, con recursos suficientes y no en instituciones. Así lo atestigua el libro de Betty Friedan La Fuente de la Edad. El deterioro físico del cerebro no es lago programado en la vejez, es decir está demostrado que un cerebro normal sano no pierde necesariamente células nerviosas con la edad.



Quienes nos vamos acercando a esta temida edad difícilmente podemos recordar los tiempos y culturas donde los viejos, o mejor, personas mayores eran respetados, consultados y venerados por su sabiduría.

En Colombia, la menos, donde la población en general está envejeciendo a un ritmo mayor que en otros países1, se espera que los viejos se retiren pronto de las actividades productivas sin embargo las condiciones materiales para hacerlo son de las peores del mundo.



¿Cuál es la suerte de los casi cinco millones de personas mayores de 60 años, que correspondían al 10,5 por ciento de la población en 2013 y de los 650.000 que sobrepasaban los 80 años? La respuesta no es para nada optimista en un país donde la mayoría de las personas de más de 60 años está llegando a su vejez sin recursos económicos para vivir. Así lo advierte una investigación adelantada por la Universidad Externado de Colombia publicada en 2015, que revela que el 75 por ciento de los adultos mayores del país no recibe ninguna pensión. Por si fuera poco, el 22 por ciento de esta población vive con menos de 206.091 pesos mensuales, es decir, en condiciones de pobreza. En el resto del mundo la situación no es mucho más esperanzadora: cerca de la mitad de las personas en edad de jubilación no reciben ningún tipo de pensión y es deficitaria en el caso del 52 por ciento de los que la reciben, según alertó la Organización Internacional del Trabajo. Estas son tristes realidades.



La posibilidad de pensionarse se hace cada vez más remota, entonces cómo no evaluar la vejez con parámetros distintos al de la estrecha definición de ausencia de juventud. No es extraño que enfermedades psicosomáticas, cardiovasculares y la depresión agobien a esta población como si fueran enfermedades naturales y propias del avance de la edad. Cómo no valorar la edad madura más positivamente desde el punto de vista de la sociedad y de la producción. Las empresas y los gobiernos se beneficiarían de la sabiduría de los hombres y mujeres mayores si no estuvieran pensando a cada momento en los supuestos costos laborales de contratarlos. Los artistas que son más productivos, creativos y originales en la vejez se consideran como excepción a la regla, como genios.



Una actitud distinta de quienes estamos ad portas también es necesaria. Se requiere no sucumbir al estereotipo que se quiere imponer. Envejecer, sí, pero activos y vitales rechazando con actos y decisiones inteligentes el concepto de vejez como un inevitable declive.




1El informe The Challenge of Global Aging referencia que entre el 2010 y el 2036 los mayores de 65 años pasarán de ser el 6 por ciento de la población al 15 por ciento, un saldo que en EE. UU. tardó 69 años y en Francia 115.

domingo, 13 de marzo de 2016

El feminismo como utopía


Las mujeres más que los hombres heredan molduras, soportan estereotipos, llevan sobre sus espaldas la pesada carga de ser buenas, demasiado buenas para su propio bien. Desde las primitivas sociedades matriarcales hasta hoy ha corrido mucha agua bajo el puente y ni las ricas ni las pobres se han podido sacudir del todo de tanta opresión, de tanto estrés por el sólo hecho de ser mujeres.



La utopía feminista junto con la ecológica – destrozamos el planeta - son quizás las utopías más florecientes en la actualidad y no es para menos. ¿En donde más podrían ser iguales? Aunque la utopía, al menos en la literatura, también conlleva su reverso: la antiutopía o distopía. Ello para resaltar la actual posición de la mujer.1 Es tan grande la fe perdida en los políticos -en su mayoría machos- y en las ideologías que las mujeres abrazan con fervor esta utopía. Y mientras haya utopías, habrá esperanza, habrá futuro.



Que son indispensables nadie lo niega. Jeffrey Sachs, el más destacado teórico del Desarrollo Sostenible, - el nuevo paradigma para el siglo XXI - sostiene que este no es posible sin el concurso de la mujer y por ello para liberarla e integrarla activamente a la sociedad, la tercera meta del Desarrollo del Milenio propone la equidad de género y el empoderamiento de la mujer. A mediados del siglo pasado, Mao Tse-tung también entendió que la revolución china era imposible sin la "mitad del cielo", criterio que probablemente no obtuvo de Oriente, porque era en general feudal y patriarcal, sino de Occidente, quizás por su amistad con Simone de Beauvoir.



Mao Tste-tung dijo: 
Un hombre en China usualmente está sujeto a la dominación de tres sistemas (la autoridad política, la autoridad del clan y la autoridad religiosa). En cuanto a la mujer, adicionalmente, también está dominada por los hombres (la autoridad del esposo) (…) Y en cuanto a la autoridad del esposo, siempre ha sido menor entre los campesinos pobres, porque debido a la necesidad económica, sus mujeres tienen que hacer más trabajo manual que las mujeres de las clases más ricas y por tanto tienen más voz y más poder de decisión en los asuntos familiares.2 Lo anterior es ley.



En la actualidad, en países desarrollados como Canadá, Australia y las socialdemocracias nórdicas, la desigualdad de género3 es menor que en las sociedades islámicas, India, y África Oriental, donde además de factores relativos a la pobreza, la cultura juega un papel preponderante en detrimento de la mujer al impedirles, por ejemplo, participar activamente en el mercado laboral y educarse. No obstante, se han dado pasos importantes y no es casual que la participación política de la mujer, medida como el número de curules sea también más alta en el Norte de Europa, siendo Rwanda la excepción al contar con la participación más alta del mundo, de más del 50%, gracias a sus políticas sociales, muy lejos de la triste realidad colombiana donde tan solo una quinta parte del Congreso electo está conformado por mujeres.



Un abordaje público multifacético y eficaz incluiría reformas legales encaminadas a favorecer la inclusión social y los Derechos Humanos relativos a la mujer, tales como: cuotas femeninas en cargos públicos y en la dirección de los partidos políticos, medidas para frenar la discriminación, apoyo financiero, guarderías públicas, salud preventiva, políticas contraceptivas, castigo ejemplar a la violencia intrafamiliar y el abuso sexual, entre otras. Todo ello contribuiría al Desarrollo Sostenible, según el mismo experto.



El feminismo ayuda



El feminismo ha avanzado muchísimo desde distintas vertientes y hoy proliferan estudios y libros que elucidan el problema de la mujer y/o le enseñan a vivir mejor y con más autonomía.



El “ideal femenino” es una imposición social puesto que está demostrado que no hay mayores diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la personalidad. No hay temperamentos innatos femeninos ni masculinos. Es más, hasta la milenaria sabiduría naranja de los swamis sostiene hoy que las personas más eficaces y felices son los que han desarrollado su lado femenino y masculino sin sesgos. Aunque las mujeres son las que dan a luz, el “instinto maternal” no es biológico sino social, los hombres también lo pueden tener. A las que optan por no casarse las tildan de “solteronas” o “fáciles” y es un chiste de mal gusto y un lugar común escucharles decir a los machos que “les falta un macho”. El hecho de que las mujeres sean hoy profesionales, científicas, o empresarias no las ha liberado de los estereotipos.



En 1963 Betty Friedan elucidó en The Feminine Mystique como la mujer ha estado profundamente sujeta a la definición de feminidad impuesta por otros, en ese entonces lo denominó el “problema sin nombre” para referirse a esa infelicidad de la mujer producto de la abundancia de electrodomésticos. En 1990 Claudia Bepko & Jo-Ann Krestan en su obra Too Good for her Own Good. Searching for Self and Intimacy in important Relationships, le colocan un nombre: “el código de la bondad de las mujeres” el cual hace imperativo, entre otras cosas: lucir bien “una mujer es tan buena como su apariencia”; comportarse como una dama “una buena mujer nunca pierde el control ni se enoja”; ser servicial y generosa “una mujer vive para dar”; hacer que las relaciones afectivas funcionen “una buena mujer ama primero”; ser competentes sin quejarse “hace todo y nunca se ve abrumada”.



Este código se transmite de generación en generación con algunas variantes. Las madres que nunca fueron amadas también se les seca el corazón. “Porque te quiero te critico, es por tu bien”, dicen. Ese vacío emocional las torna malas mamás y proyectan sobre sus hijas el “código de perfección”, para que ellas hagan todo lo que ellas no pudieron lograr por diversas razones -sociales, económicas, culturales- o para que superen las fallas reales o imaginarias propias y en consecuencia las hijas crecen cargando el pesado fardo de “tener que hacer siempre el bien”. ¡Qué pesadez!



Históricamente ha pasado en las familias aristocráticas y en las humildes también. Pero, ¿acaso las madres o las hijas tienen la culpa de que en un día aciago un caballero se haya batido en duelo por su amante, abandonando a su suerte a las hijas, o que el patrón de la hacienda por el derecho de pernada haya dejado embarazada a la sierva marcándola con el karma del repudio social, o que el comandante de cuadrilla se haya satisfecho con la que hace la guardia nocturna en algún lejano paraje de nuestra geografía? Son hijos engendrados sin amor.

Ser mujer no es fácil, lo confieso yo que soy mujer.

1Véase Utopia. The Search for the Ideal Society in The Western World. Edited by Roland Schaer, Gregory Claeys and Lyman Tower Sargent. Oxford University Press. New York Oxford 2000.

2Introductory note to "Solving the Labour Shortage by Arousing the Women to Join in Production" (1955), The Socialist Upsurge in China's Countryside, Chinese ed., Vol. II.


3 Según el Índice de Desigualdad de Género de las Naciones Unidas.

La realidad de cómo Google y las redes sociales impactan nuestras mentes y vidas




La revolución de los medios digitales esta cambiando nuestra manera de leer,  pensar, relacionarlos y hasta nuestros cerebros. Pocos están exentos de esta influencia mayúscula ejercida de un potente negocio escondido tras cada clic que hacemos en nuestro computador, smart phone o tablet. Es difícil resistirse a la tecnología en una era de información al instante y son innegables los beneficios de la velocidad y la eficiencia, pero esto es solo parte de la historia. Cada nueva tecnología requiere de un sopesado balance de lo que nos aporta y lo que nos resta. MacLuhan había anticipado que cada nuevo instrumento tecnológico cambia la manera como nos relacionamos con el mundo siendo la alienación uno de sus subproductos.

Pocos libros han sido tan reveladores sobre el efecto que está teniendo la revolución digital en nuestras vidas como ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Superficiales , publicado por Nicholas Carr en 2010. Este libro apareció en la lista de superventas del New York Times en la categoría de no ficción y fue finalista del Premio Pulitzer de 2011 en la categoría de no ficción.

Documentado en una serie de estudios científicos y experimentos llevados a cabo por neurobiólogos, psicólogos y diseñadores WEB  sostiene que Internet esta promoviendo un tipo de pensamiento distraído, en detrimento del pensamiento más profundo, reflexivo y creativo que promovía la lectura tradicional de libros.

Cada vez que nos conectamos a Internet estamos sometidos a un cúmulo de distracciones y estímulos sensoriales simultáneos. Por lo general tenemos varios programas abiertos al mismo tiempo, recibimos notificaciones de mensajes de correo electrónico, Facebook y Twitter , leemos E-mails, chateamos, escuchamos música, vemos un video, navegamos a gran velocidad y en medio de todo eso intentamos trabajar. Y como la información es libre, pasamos cada vez más tiempo navegando.

La actividad del cerebro es distinta cuando leemos que cuando navegamos y esto se debe al proceso cognitivo. Está comprobado que solo retenemos nuevos conocimientos cuando logramos transferir información de nuestra memoria de trabajo, que es sumamente corta, a la memoria de largo plazo luego de procesar la información que recibimos, lo cual exige mucha concentración y tranquilidad. A fin de cuentas sabemos lo que recordamos y solo recordamos lo que hemos tenido tiempo de asimilar.  

Internet dificulta este proceso por el exceso de recarga cognitiva que recibimos y por la forma en que está configurada la red. Los portales son cada vez más dinámicos e interactivos, la información se actualiza cada vez más rápido, como ocurre con las noticias que ahora se transmiten en tiempo real. Los hipertextos, por ejemplo, nos obligan a leer con gran rapidez fragmentos de información, pasando de un texto a otro con distintos enfoques sin que ello nos haga mejores analistas o más sabios. Está comprobado que en promedio no visitamos una página por más de unos diez segundos y pocas veces nos detenemos a leer un texto con el tiempo y la calma con que leemos un libro. Incluso el movimiento ocular cuando navegamos difiere del movimiento característico de la lectura lineal de los libros. En Internet el ojo se mueve rápidamente en forma de F, saltándose gran parte de las líneas de un texto.  Ahora leemos fragmentadamente. Cada vez que algo nos interrumpe, perdemos tiempo y esfuerzo en retomar lo que estábamos haciendo.

La Misión de Google es la de “organizar toda la información del mundo para hacerla accesible y útil a todos”,  cuestión que ha venido haciendo pasando de ser el mejor buscador, gracias al algoritmo Page Rank, a ofrecer desde 2003 una amplísima plataforma de aplicaciones, sin desmeritar el ambicioso proyecto de digitar todos los libros existentes en una gran biblioteca virtual. Pero no hay que olvidar que cultura es mucho más de lo que Google describe como toda la información del mundo.

La sobrecarga de información de interés inmediato a la que estamos expuestos no tiene precedentes, pero tampoco nunca antes ha sido tan difícil y extenuante escardar la información relevante de la vacua, pues en la WEB nada garantiza fiabilidad o veracidad, sin satisfacer el gusto. Porque en Internet se publica todo, todos tenemos derecho a opinar sin ser autores, ni periodistas ni académicos.

Google funciona bajo una visión taylorista que pretende asimilar la inteligencia humana a la artificial del computador: sistematiza y cuantifica todo, mientras conoce todo sobre sus usuarios, sutilmente, rastreando cada uno de nuestros clics. Pero aunque almacenemos en la memoria del computador una cantidad enorme de información, esta es siempre la misma en tanto que  la memoria biológica está en permanente renovación y requiere ser entrenada permanentemente.

Decía MacLuhan que cada nuevo instrumento de trabajo adormece una parte de nuestro cuerpo.  Internet no nos está volviendo más inteligentes. Nos vuelve más rápidos pero distraídos y desmemoriados y promueve un pensamiento superficial, sostiene Carr en su libro.  En el futuro quizás seremos capaces de mantener varias conversaciones al mismo tiempo usando distintos medios, nuestra habilidad multitareas se acentuará, seremos mejores consumidores de datos, es decir, mejoraremos nuestras habilidades visuales-espaciales.  No obstante, los  estudios y experimentos citados por Carr indican que nuestra capacidad de interpretar textos, reflexionar  y distinguir entre información relevante de la superficial será menor que con la lectura tradicional, pausada y concentrada. El pensamiento crítico, el análisis inductivo y nuestra capacidad de reflexionar sobre nuestra propia experiencia y la contemplación también se afectarán.

No solo el aprendizaje requiere de una mente atenta y calmada, la empatía y la compasión, el sexo y otras emociones también exigen tranquilidad. De allí que en respuesta a un modo de vida cada vez más acelerado hayan surgido una serie de movimientos slow, como slow food y slow cities, entre otros, que sin echar para atrás lo ya recorrido por la humanidad abogan por una vida con menos acelere y por consiguiente, más plena y con mayor disfrute de cada momento. El libro del antes estresado periodista  Karl Honoré, Elogio de la Lentitud. Un movimiernto mundial desafía el culto a la velocidad. (2005) ha sido traducido a 25 idiomas y va por la sexta edición en España.

El negocio detrás de cada click

El negocio de Google está basado en que visitemos el mayor número de páginas Web en el menor tiempo ya que ganan dinero cada vez que hacemos clic en un adWords, que son palabras que Google comercia. El anunciante compra una o varias palabras  clave, que tienen un enlace con su sitio, de manera que su anuncio aparecerá en cada solicitud que incluya la palabra clave. Se le factura cuando los usuarios cliquean en sus anuncios. Cada clic tiene un costo para la democrática Google.

Con el auge de las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter hay todavía mayor aceleración es nuestras vidas al proveernos mensajes instantáneos a toda hora definiendo una nueva manera de contactarnos y relacionarnos igualmente superficial.

En Facebook, con sus 900 millones de usuarios registrados,  un sólo clic ahorra la tarea de teclear nuestra opinión y tanto aprueba fotos como adhiere a pronunciamientos o se solidariza con una causa. La vida virtual “avanza” sobre la vida real. El peso de Facebook es proporcional al grado de intimidad que revelamos con nuestras conexiones.

Según Andrés Bacigalupo en su artículo “Facebook: anatomía crítica de un “me gusta”, http://www.elpuercoespin.com.ar/2013/10/07/facebook-anatomia-critica-de-un-gusta-por-andres-bacigalupo/

“Para los analistas de marketing se trata de un nuevo tesoro. Los innumerables me gusta que un usuario otorga a marcas, personajes y lo que sea que en Facebook se constituya como “página”, permiten trazar un perfil de consumidor notablemente detallado. En la era digital, uno es aquello que le gusta”. Pero objeta que “Lo que se ha olvidado en el camino es el perdido botón de “no me gusta”, una idea que nunca se concretó. Una lástima”.

Y Eduardo Febbro,  en su artículo “La Red Fundada Por Zuckerberg, Facebook, un Autentico Servicio de Inteligencia”,  sostiene que “Facebook y Google se apoyan en casi el mismo modelo económico: cuanto más se sabe sobre los gustos e inclinaciones de los usuarios, más dinero se puede hacer con esos datos sin que el utilizador haya dado su acuerdo. Es en este contexto que la asociación Internet sin Fronteras propone la creación de un e-sindicato con la meta de defender los derechos de los usuarios de Facebook y otros mastodontes numéricos que espían cada uno de nuestros clicks para convertirlos en oro”. http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-195019-2012-05-27.html

La difusa realidad en un mundo globalizado


La realidad está ahí, pero ella es cambiante, escurridiza y pareciera estar siempre escondida. Las certezas no existen y buscarlas puede resultar una tarea frustrante. Nuestra mente es el filtro a través del cual percibimos la realidad y ella nos tiende muchas trampas. De la consciencia que tengamos de lo que los hindúes llaman “velos de Maya” o ilusiones internas que interfieren en nuestra manera de aprehender la realidad – la herencia genética, la cultural y nuestro ego – dependerá tanto el buen vivir como la evolución misma. Pero disciplinar la mente no es tarea fácil como lo veremos más adelante.



El más reconocido representante de la Psicología Positiva, Mihaly Csikzentmihaly, asegura en su libro The Evolving Self que “lo que ocurra en el tercer milenio dependerá de la conciencia humana hoy: las ideas en que creamos, los valores que promovamos y las acciones que tomemos”, pues así como la evolución no se detiene la búsqueda de la verdad tampoco termina.



En general las instrucciones genéticas nos impulsan a actuar de una manera u otra de maneras que han sido útiles en el pasado para la sobrevivencia de la humanidad y su influencia es más relativa que la que ejercen los velos culturales. Tomarse demasiado en serio los dictados de la sociedad en que vivimos, principalmente a través de las pantallas de los televisores y computadores resulta tan peligroso como adoptar dogmas contraculturales propios del fanatismo religioso y las diversas ideologías propulsadas por los reformadores del momento.



El tercer velo es más complicado porque tiene que ver con el “yo” y todo lo que le acompaña: el cuerpo, nuestros deseos, posesiones, familias, trabajos, etc. El “yo” nos libera pero también nos ata pues en la medida en que se identifique cada vez más con símbolos externos se vuelve más vulnerable. El ego resulta tan problemático que han habido muchos intentos por eliminarlo especialmente por parte de las religiones orientales. Pero, ¿sobreviviría una sociedad si la mayoría de su población careciera de expectativas, ambiciones y deseos?



En contraste con los “velos de Maya” los obstáculos externos que afectan nuestra percepción de la realidad tienen que ver con la interacción social y las presiones competitivas de la evolución. Csikzentmihaly rescata el término memes1, acuñado por el biólogo Richard Dawkins, para referirse a “los patrones permanentes de materia o información producidas intencionalmente por los seres humanos”, que se transmiten a través de la imitación y el aprendizaje. Los rasgos que hacen ver la selección natural tan ruda e implacable se repiten en la competencia entre los memes por capturar nuestra atención y replicarse. “Los memes, ya sea que se trate de artefactos tecnológicos o conceptos abstractos, nos instruyen a actuar al igual que los genes. Gran parte de nuestra energía psíquica la empleamos en seleccionarlos y reproducirlos”, sostiene Csikzentmihaly. Las personas que se pueden considerar “felices”, por lo general, son individuos que han vivido de acuerdo con sus propias normas y valores.



La opresión y el parasitismo son rasgos comunes de la evolución. El poder, que puede estar basado en el dinero, la propiedad, el temor o la ideología, entre otros, puede ser ejercido por un individuo o grupo y cuando hay grandes diferencias de poder se da la explotación. No podemos ser libres a menos que aprendamos a protegernos de las ambiciones de otras personas y nos abstengamos de oprimir a otros y optemos por leyes y políticas que impidan la desigual distribución del poder económico.



En psicología un parásito es una persona que drena la energía psíquica de otra persona controlándola directamente o explotando su debilidad e inatención. Cuando estamos rodeados de parásitos, gran parte de nuestra energía psíquica la empleamos en tratar de defendernos en lugar de disfrutar de la vida. Lo mismo ocurre cuando nos dejamos impactar por falsos gurús, líderes y profetas o cuando sucumbimos en la adicción a las drogas, el alcohol o el cigarrillo.



Los memes tecnológicos como los ideológicos una vez creados adquieren vida propia. La televisión, por ejemplo, es un ejemplo dramático de como un meme invade las mentes sin importar el bienestar que produce en su huesped. Ella se replica así misma: las pantallas tienen cada vez más pixeles, más pulgadas y son más planas. Los realities son más impactantes, las telenovelas más truculentas y los noticieros dedican cada vez más tiempo a las noticias de entretenimiento y menos a la información que realmente importa. Ver mucha televisión simplemente cansa.



Cuando ejercemos nuestros derechos ciudadanos y vamos a votar por un candidato reflexionamos acerca de sus ejecutorias, la fuerza y consistencia de su carácter, el realismo y bondad de sus promesas o más bien nos dejamos seducir por el eslogan, el videoclip, la foto de la propaganda o por la “marca” en que se ha convertido su partido asesorado por algún spin doctor.



Algunas ideologías en su momento aportaron a la evolución de la humanidad, otras han tenido un existencia efímera pero con desastrosas consecuencias. Por ejemplo, “La noción de supremacía aria le sirvió a los nazis para justificar la exterminación de judíos, gitanos y cualquier otro que no cumpliera con el ideal”. Otras fueron capturadas por parásitos “miméticos” como ocurrió con el socialismo soviético “donde una poderosa camarilla de políticos y burócratas sin escrúpulos se convirtieron en una carga más pesada sobre las espaldas de los ciudadanos que la vieja corte zarista”, con el pretexto de la idea de “dictadura del proletariado”, afirma el autor.



Con el arte y la ciencia ocurre lo mismo. El artista o el científico para poderse destacar y tener éxito se somete a la tendencia artística o teoría de moda. La persona promedio apenas recuerda el nombre de de unos pocos pintores, músicos o escritores contemporáneos y parecería que las grandes obras de arte hubiesen desaparecido porque simplemente no empleamos suficiente energía psíquica en la apreciación de los memes artísticos.



¿Cómo trascender sin desfallecer en el intento?



En primer lugar, hay que ordenar la mente y trazarnos unos objetivos para que ella no divague inútilmente, empleando nuestra energía psíquica en aquellas actividades complejas que capturen nuestra atención por completo y representen un reto cada vez mayor, acorde con nuestras habilidades, produciéndonos lo que el autor denomina “fluir” o “flujo”, en su obra más conocida y destacada: Fluir (Flow): Una Psicología de la Felicidad. Es decir, debemos hacer lo que nos gusta. O, ¿acaso los grandes músicos han compuesto alguna vez una obra maestra sin que les guste la música ? Por lo general los individuos que han dejado una huella constructiva y perdurable en la historia han necesitado pocos bienes materiales, poca diversión, comodidades, fama o poder porque lo que hacen en la vida lo disfrutan y les satisface al punto que se olvidan de sí mismos.



En segundo lugar, debemos dedicar tiempo y nuestros mejores esfuerzos a escoger los memes más complejos, pensando siempre más allá de los límites personales, es decir, en la familia, la comunidad, el planeta y el cosmos. Solo podremos contribuir a la evolución si logramos dejar trazos de complejidad en la cultura, sirviendo como ejemplo, cambiando las costumbres, creencias o conocimientos transmitidos a través de los sistemas sociales. Una buena sociedad sería, en consecuencia, aquella que fomente el “flujo” en las personas, es decir, la armonía en lugar de la entropía psíquica.


1Término que deriva de mimesis, “imitación”.