Donald Trump vende, esa ha sido siempre su razón de ser como empresario y ahora como político, lo dicen las encuestas que ahora lo sitúan como el más opcionado para convertirse en el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos. Le critican su estilo egocéntrico, desenfrenado y fanfarrón, sin embargo cautiva y de eso se trata, a fin de cuentas las campañas electorales, en especial las de Estados Unidos, son un espectáculo producto del marketing político, el story telling, los medios, las redes sociales y es allí donde se encuentra la zona de confort de un personaje como el multimillonario Trump.
Desde George W. Bush para acá, todos
los presidentes de Estados Unidos saben que la realidad no importa,
ni el programa o las ideas, solo la credibilidad de la historia que
se transmite día a día, “the line of the day” de una
manera cada vez más directa y visual. No es casual el astuto juego
de palabras del slogan, el mensaje del clip, el gesto o la foto del
candidato, todo está diseñado para vender la “marca” en que se
han convertido los partidos y sus candidatos mediante un relato que
apela a nuestros más profundas emociones.
La historia que cuenta
Trump con su slogan “¡make America great again!” y sus
declaraciones xenófobas, intolerantes y ofensivas y su actitud de
señalar a los otros como culpables de los descalabros del imperio
buscan crear una contrarrealidad, un “mito colectivo constructivo”,
llevando el marketing más allá del supermercado y las ventas,
creando una nueva sociedad. La gente no quiere más información,
quiere creer en usted, en sus metas, en su éxito, en la historia que
cuenta. Y Trump está haciendo lo propio al apelar a los
sentimientos de intolerancia de los inmigrantes legales, del
conservador blanco de clase media, a la ambición del empresariado
que busca condiciones cada vez más lucrativas, al descontento de
quienes padecen el desempleo y consideran que Obama ha sido un
fracaso en cuestión de empleo, inmigración y seguridad.
Y como afirma Antonio Caballero en su
columna Trump & Co. de la Revista Semana: “Lo que
ahora dice Donald Trump lo han pensado siempre, y a veces también lo
han dicho, todos los presidentes de los Estados Unidos. Y, diciéndolo
o callándolo, todos se han comportado en consecuencia con ese
pensamiento”.
http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-trump-co/433544-3http://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-trump-co/433544-3.
O acaso no es cierto que los gobiernos de Estados Unidos han sido y
son racistas, belicosos, imperialistas, favorecedores del gran
capital, que han despreciado el Sur etc, etc.
Lo nuevo, quizás, es que Estados Unidos está siendo víctima de su propio invento: la globalización neoliberal con todas sus secuelas de pobreza y estancamiento que ahora afectan a una clase media al borde de la desaparición. Paul Krugman, economista premio Nobel, resume así la situación: “los datos muestran una sociedad apremiada por la desesperanza… Algo terrible le sucede a la sociedad blanca estadounidense”. Y cuando una sociedad está acosada renacen las peores emociones y actitudes humanas.
Lo nuevo, quizás, es que Estados Unidos está siendo víctima de su propio invento: la globalización neoliberal con todas sus secuelas de pobreza y estancamiento que ahora afectan a una clase media al borde de la desaparición. Paul Krugman, economista premio Nobel, resume así la situación: “los datos muestran una sociedad apremiada por la desesperanza… Algo terrible le sucede a la sociedad blanca estadounidense”. Y cuando una sociedad está acosada renacen las peores emociones y actitudes humanas.
Pero ¿sería conveniente su
presidencia? Que Donald Trump se convierta en el próximo presidente
de Estados Unidos es considerado uno de los 10 principales riesgos
globales, según la Unidad de Inteligencia de la revista británica
The Economist. En su informe de abril, advierte que la llegada
del magnate a la Casa Blanca podría quebrantar la economía global y
aumentar los riesgos políticos y de seguridad de EE.UU. Analice
usted.
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